Me avergüenzo al conocer el resultado de las estadísticas en Europa que dicen que de cada tres mujeres en el mundo civilizado, una ha sido victima de abusos o de violencia.
Las mujeres, de este mundo civilizado, pensábamos que la igualdad en las relaciones profesionales y en las familiares era un hecho real, que lo habíamos peleado, que lo habíamos ganado, ¡pues no! Las estadísticas están ahí y cantan un requiem por nosotras. Una simple pregunta me viene a la mente, y que trasladaría a ellos, a los varones de hoy que van al gimnasio, que se cuidan, que intentan que su imagen sea valorada en su entorno, ( vaya por dios, eso me suena)… la pregunta es así de sencilla: ¿cuántos arriesgarían la vida por tener un hijo? Exagerada… no, cualquier parto conlleva un riesgo para la vida de la madre. Sí, pero a ellas se les ha educado para que sean madres y además abnegadas… además si no lo son, ¡caray! son menos mujeres y no se sienten realizadas…
Estoy indignada, cabreada… cabreada es poco… mordería y me pegaría con cualquiera… ¿he dicho eso? me pegaría con cualquiera, sí, lo he dicho fruto de la indignación pero jamás lo he hecho ni lo voy a hacer; hay que empezar conteniendo el lenguaje. ¿No hemos avanzado?
Yo sentí mi maternidad como algo irrepetible, como una experiencia única, con miedo al principio, cómo no, por los cambios en el cuerpo, en los sentimientos, en el sentir… porque tuve que pasar por el quirofano… asustada y expectante … Y feliz como nadie… y, después, sentir su vida como el mejor de los regalos que la vida me ha dado, ¡¡¡Sí, con la felicidad inmensa de haber alumbrado una vida!!!
Y después de todo eso, según las estadísticas, seguimos alumbrado monstruos… que están en este mundo gracias a nosotras, pero que siguen machacando a las mujeres en las relaciones laborales y de pareja… ¡algo no funciona en esta sociedad!




