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Más de 30.000 palestinos muertos.

Qué más tiene que suceder para que este genocidio pare. El hecho de que haya elecciones pronto en EEUU no justifica que el todopoderoso gigante americano no apoye ni siquiera una tregua. El fondo del asunto es que el poder del dinero está en manos de los judíos americanos, como siempre. Esta limpieza étnica llevada a cabo por el estado de Israel es tan monstruosa como lo que los nazis hicieron con judíos, gitanos y homosexuales de toda Europa. A simple vista parecería una «vendetta» histórica, pero el asunto es más simple y más estremecedor: aniquilar a todo un pueblo para apropiarse de un territorio que no les pertenece y al que tuvieron acceso por el acuerdo de Naciones Unidas en 1947. Todo se inicia cuando el 2 de noviembre de 1912, en una declaración del gobierno británico durante la Primera Guerra Mundial, se anuncia el apoyo al establecimiento de un hogar nacional para el pueblo judío en la región de Palestina. El ministro de relaciones exteriores británico Artur J. Balfour firma esa carta; es la llamada Declaración Balfour y está dirigida, en último extremo, a la Federación Sionista de Gran Bretaña e Irlanda. En 1948 Israel declara su independencia. La imagen romántica de los colonos israelíes de los Kibutz (colonias agrícolas) trabajando en los campos con el fusil a la espalda, para defender su «hogar» no se sustenta hoy. Se les cedió un territorio, no toda Palestina. La política de guerra de Israel es adueñarse de toda Gaza y Cisjordania. Hoy, en el sur de Gaza, no solo matan las bombas, el hambre está azotando a todos los desplazados, mujeres, ancianos y niños. La afirmación malévola israelí de que el sur era más seguro, llevó a muchos gazatíes a abandonar sus hogares para refugiarse en él. Reunidos, es más fácil aniquilarlos, debió pensar Netanyahu. La salida por el sur está cerrada, El Cairo no lo permite. Hoy se muere de hambre en Gaza. Hamás es la escusa perfecta para que Netanyahu siga con su lucha cruenta y feroz. Hoy, 5 de marzo de 2024, en el Cairo todas las partes se reúnen en busca de una tregua de cuarenta y tantos días. ¿Para cuándo la Paz? ¡Que cese ese genocidio ya!

El llanto de los niños palestinos.

¿El llanto de los niños es igual o diferente según de qué lado de la frontera nos llegue? Los oímos vagamente desde el fondo de la pantalla tras la voz del corresponsal que envía su crónica. Niños malheridos que llaman a su madre desesperados, con hambre, atemorizados. Niños de la guerra desangrados ante el horror de algo que no pueden entender. Niños rotos, huérfanos, sin hogar, sin tierra, sin protección, sin futuro, niños que, como sus padres, pueden ser moneda de cambio. ¿Cuánto vale un niño palestino? ¿A día de hoy como un adulto palestino? El precio lo ha puesto Israel, cincuenta palestinos por tres israelíes. ¿Tan poco vale un palestino adulto? ¿En el canje, cuánto valdría un niño palestino? Menos que nada, porque en la limpieza étnica que Israel está llevando a cabo, también exterminan el futuro que ellos representan. Sin niños, sin mujeres que puedan procrear, no existe un futuro para Palestina.

En defensa del deporte femenino.

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Foto realizada en un campeonato de patinaje artístico con el permiso de sus padres.

Ahora que somos campeonas del mundo de fútbol, mi lanza en favor de todas las niñas y mujeres que durante años han luchado para conseguir este premio y otros, en los distintos campeonatos de las diversas modalidades que ofrece el deporte. Un premio es la recompensa de años de esfuerzo, de lucha, de ilusiones compartidas con un equipo, de sacrificio, pero que no siempre recibe la recompensa merecida. Hoy sabemos que muchas de ellas se han quedado por el camino por falta de apoyos de las federaciones, por un sinfín de obstáculos económicos o por falta de conciliación. Estos días se está hablando mucho del tema por la falta grave de todo un presidente de la Real Federación Nacional de Fútbol de nuestro país, vergüenza. Hay que pedir, y se está haciendo, respeto, el mismo que tendría un jugador. ¡Y qué menos! Este desagradable suceso ha puesto sobre la mesa las diferencias enormes que hay entre los hombres y las mujeres que dedican esfuerzo, ilusión y ganas a algo tan bonito como es el deporte. ¡ Se acabó!, este es el lema de ahora mismo, que hago mío, que debemos hacer nuestro.

86 años del bombardeo de Gernika

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Fragmento del Gernika de Pablo Picasso

El 26 de abril del 36 La Legión Cóndor alemana bombardeó la población vasca de Gernika junto a la Aviación Legionaria italiana a favor de los sublevados franquistas contra el gobierno legítimo de la Segunda República Española. En una primera pasada destruyeron los tejados de las casas para después lanzar bombas incendiarias que quemaron por dentro las viviendas. Además era día de mercado, por lo que había mucha gente en la calle. Participaron 31 bombarderos y 26 cazas. Fue una auténtica carnicería contra una población indefensa. Según parece fue un ensayo para bombardear ciudades en la Segunda Guerra Mundial. Una tragedia y un horror de la que Pablo Picasso dejó constancia para la posteridad, para que quedara reflejada la barbarie y la sinrazón. Ninguna guerra tiene justificación.

Esta guerra nos toca el corazón

¿Qué tiene Europa que la guerra nos destroza de tarde en tarde? ¿Por qué en su suelo se han dado guerras de alcance mundial? Son preguntas que me hago a menudo cuando veo como está el panorama y este, ahora, es desolador. Haces unos años, no tantos, que la guerra de los Balcanes nos parecía algo insólito, inesperado, absurdo si se quiere, en un tiempo en que parecía que lo que se estaba desarrollando era algo del pasado, pero no, fue tan real y devastador que al contemplar las escenas de los campos de prisioneros nos retrotraían a la Segunda Guerra Mundial. Parece ser que las ambiciones de los tiranos sigue anidando en el corazón de personajillos que deciden sobre la vida de miles de ciudadanos. Hoy Ucrania es la nación que llevamos en el corazón, y hoy, por desgracia, hay que seguir clamando por esas vidas inocentes, pero mañana puede ser cualquier otra. Mientras, Europa hace lo que puede, que nos parece poco porque el tirano sigue haciendo de las suyas. Y los meses pasan y el invierno nos deparará escenas aún más terribles; cierto es que las consecuencias de esta guerra las sufrimos todos, pero no nos engañemos, no como ellos. Y otra vez vergüenza de esta Europa amordazada,

Puerto Banús, Costa del Sol (Málaga)

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Foto: Bárbara

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Foto: Bárbara

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Foto: Bárbara

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Foto: Bárbara

En el Costa del Sol, concretamente en Puerto Banús, la vida parece fácil. El mar se nutre de gasolina de los yates, las terrazas a rebosar de gente «guapa» que toma «flûtes» de champagne para desayunar y que lucen el bronceado dorado con desgana; se diría que el mundo se ha parado en este rincón del paraíso solo para millonarios. Los yates se alquilan a precios desorbitados para el resto de los mortales, pero en otros lugares el paro y la desesperanza nos avergüenza al contemplar tamaño despilfarro. Y, ojo, no me equivoco, de sobras sé que las cosas son así y que por desgracia seguirá habiendo estas diferencias abismales. Pero sería bonito pensar en un equilibrio más justo…

 

 

 

Je suis Bruxelles

Rogier van der Weiden: "Descendimiento de la cruz"(detalle) Óleo sobre tabla, c. 1443. Museo del Prado.

Rogier van der Weiden: «Descendimiento de la cruz»(detalle). Óleo sobre tabla, c. 1443. Museo del Prado.

 

Cuando la percepción de Europa se encuentra en sus niveles más bajos, acrecentado por el abandono de los refugiados a su suerte, un nuevo golpe de los terroristas a su centro nos deja sin aliento. Sin duda a los yihadistas les molesta y mucho nuestro modo de vida, nuestra libertad, la libertad de expresión y la democracia que, sin ser modélicos, es por lo que hemos luchado muchas generaciones. Desgarra ver las escenas y el número de víctimas, y también, en los campos de los refugiados, a esos niños que se han pintado en la piel su rechazo al terror que imponen esos bárbaros; no quieren que se les confunda con ellos y que, ante el terror, se les meta a todos en el mismo saco. Ellos también huyen de ese terror. No lo olvidemos. Ahora es cuando necesitamos todos más Europa y la unidad de todos los pueblos.

HOY TODOS SOMOS BRUSELAS.

Idomeni, la otra frontera. (Los ojos de Khaled)

Foto: Bárbara

Foto: Bárbara

 

Idomeni, la otra frontera

(Los ojos de Khaled)

 

 

            Estoy sola, perdida sin tus ojos en este tren que avanza hacia la noche. Y en este ir, la bruma confunde la línea del horizonte y transforma los campos en un mar inexistente. Taladraste mi cerebro: ¡Van a cerrar las fronteras, vete, Sara, vete!. Me empujas y me empujas y no quiero ir. Y me subes a este tren y ¡debo esperar a Houda! Sara, vete! Tu voz se apaga como una llama y ardo de dolor. Estoy sola, Khaled, perdida sin tus ojos en ese paisaje que se desliza. La máquina que silenciosa se dirige hacia el oeste tira de mi corazón que correría hacia el Este: hacia Macedonia… hacia ti, hacia vosotros.

            Nunca debió ocurrir. Nunca de nuevo aquí; jamás en ningún lugar del mundo. La guerra, y yo lejos sin poder estar; lejos de la barbarie y queriendo estar con vosotros y sin poder. Y aun protegida por los cristales que lloran, aun así, oigo; y bajito, para no dolerme demasiado, acompaño a la voz que acuna el silencio de los gritos. Y me consuela cantarme, cantarte a pesar de los gritos que nunca dejo de oír. Y tú, mala madre, Europa, sin corazón, te pudres desde hace años, sin oídos, sin entrañas. La noche es un caracol ciego que repliega sus ojos; a mi pesar estoy en su centro, justo en la última vuelta de su concha, cuando la espiral se vuelve pequeña, porque no sé donde más podría estar tan a cubierto. Cuando cesa la canción, no sé para donde volverme. Afuera, frío; dentro, peor que la muerte, tan helada. Sola, sin tus ojos, perdida y loca por buscarte sin remedio, desesperada en este tren que avanza hacia la noche. Delante de mí, el cristal y la palabra FRONTERA; y el cristal donde se reflejan los inocentes como polillas desvalidas en las que late un corazón pequeño y caliente. Pienso en los niños; es por que pienso en los niños, que grito sin sonido para no despertar a los muertos, y me tengo que acunar, cogerme entre los brazos para poder soportarlo. ¡Y creímos estar a salvo de esa barbarie! Un olor hediondo avanza con este tren a gran velocidad, y los gritos de los niños, de las mujeres, de los ancianos. Ese coro que se repite, que se repite, que se repite: ¡Niños en Europa! Muertos. Asesinados. Muertos.

            Estoy sola, Khaled. Perdida. Sin tus ojos, estoy sola, Khaled, perdida sin tus ojos…

Barbara García Carpi

Los refugiados rechazados por Europa

Homenage a los Refugiados. Puerto de Cartagena

Homenaje a las víctimas del terrorismo. Puerto de Cartagena. Foto: Bárbara

 

Homenaga a los refugiados. Puerto de Cartagena

Homenaje a las víctimas del terrorismo. Puerto de Cartagena. Foto: Bárbara

 

Homenage a los refugiados. Puertp de Cartagena. Foto: Bárbara

Homenaje a las víctimas del terrorismo. Puerto de Cartagena. Foto: Bárbara

Desconozco el autor de esta escultura, cuya fuerza nos habla de tantas cosas: emplazada bajo el sol y el cielo azul, al lado del mar, en el puerto, que evoca tantas rutas; no se puede ignorar por su imponente presencia. Un hombre derrotado, desnudo, cabizbajo, herido en su dignidad, recogido sobre sí mismo, con la mirada fija en el suelo, impotente. Cuando la vi, me sentí sobrecogida y golpeada. Y te tienes que parar, clavada en el suelo, y te dan ganas de abrazarla… mientras la gente pasea entre los barcos y las gaviotas.

Y SIENTO VERGÜENZA DE SER EUROPEA.

Y siento vergüenza por ser europea. El gran mito de Europa se nos ha roto definitivamente. Ya se me rompió cuando Europa bombardeó la antigua Yugoslavia, mirando para otro lado, cuando se masacraba a los albaneses. Ahora, los miles y millones de refugiados que intentan salvar la vida claman, pero Europa, con su política de mercachifles, está sorda y ciega. Y me da vergüenza cada día, porque los vemos atrapados como animales y Europa solo sabe poner alambradas. Y pagar, eso sí, para que Turquía se las apañe !Qué Vergüenza! Y solo me viene a la mente la frase de «El año que vivimos peligrosamente», la que dice y martillea sobre el teclado con desesperación el fotógrafo, después asesinado: ¿Qué podemos hacer? ¿Qué podemos hacer? ¡Qué podemos hacer!

Rectificación: Buscando al autor de la escultura, me entero de que es un homenaje a las víctimas del terrorismo, pero es realmente lo mismo, salvo que este terrorismo es un terrorismo de Estado; la realidad es tan dolorosa la una como la otra; el desamparo, el mismo, las vidas que se pierden en el camino son las mismas. La magnífica obra es de  Víctor Ochoa.

 

¿Qué se puede hacer…?

Palacio de los Medici (Florencia) Foto: Bárbara

Manifestación ante el Palacio de los Medici (Florencia) Foto: Bárbara

Gritar y gritar hasta que los tímpanos de los que se hacen los sordos se queden sin sonido.

¿Se pueden controlar las fronteras ante las oleadas de personas que huyen del hambre, de la represión, de la guerra? Ayer la primera medida a nivel europeo era reforzar las fronteras para evitar el mal llamado «efecto llamada» y por otro lado la no aprobación de mayor presupuesto para la ayuda de los también mal denominados «emigrantes», es decir, seguir con las políticas de los últimos años cuya eficacia ha sido nula; medidas cicateras y nada solidarias. Lo que se está produciendo en el Mediterráneo es una catástrofe de proporciones inhumanas que va ha aumentar de forma exponencial. Ya no es un problema que afecta solo a Europa, incapaz de solucionar o tomar medidas eficaces, tampoco atañe, por lo visto a Naciones Unidas; ¿a quién entonces? Si estamos metidos hasta las cejas en la globalización que nos hace vulnerables, ¿para qué queremos la puñetera globalización, cuando la vida de miles de ciudadanos importa poco o nada? No se toman medidas a nivel global, sino solo cuando las «mafias financieras» lo consideran oportuno y necesitan espoliar nuestros bolsillos; entonces sí, todos somos ciudadanos de un mundo global. Pero ellos, carroñeros ante la tragedia, miran hacia otro lado mientras las mujeres embarazadas tienen que parir en una patera, cuando los niños se ahogan o mueren de hipotermia… ¡qué más da si son negros y hay muchos! Vergüenza. Y horror.

Hace tres años, frente al palacio de los Medici, en Florencia, un grupo se manifestaba contra la tragedia de Lampedusa; no se hizo nada y ahora son miles los condenados, los que se arriesgan a morir en el mar porque en sus países de origen ya están muertos. Vergüenza, vergüenza e impotencia…, pero algo hay que hacer aparte de indignarnos; como poco, salir a las calles y gritar hasta que los tímpanos de los que se hacen los sordos se queden sin sonido.