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Piazza degli Innocenti, Florencia

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Fotos Bárbara

Pasear por Florencia, sin prisa, al margen de los viajes programados, es el colmo del disfrute. Tomarse el tiempo para sentir que uno no está de paso, derrochar las horas descubriendo rincones y sentarse en terrazas como si uno fuera ciudadano florentino, eso es el no va más. Quiero volver para ver lo que no pude ver antes, como todos los tesoros de La Academia y las salas cerradas de los Uffizi; Miguel Ángel y la belleza. Y comer «trippa» a la florentina…

¡Y va de sombrillas!

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Fotos Bárbara

Florencia, Plaza de la Señoría

Siempre me han gustado las sombrilla y no sé muy bien el porqué; las he fotografiado en cuanto veo una aunque sean de refilón, como estas de Florencia. Intencionadamente o no, siempre están ahí. Será esto objeto de sicoanálisis… ya me estoy empezando a preocupar.

Santa María Novella II (Florencia)

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Fotos, Bárbara

El interior de la iglesia de Santa María Novella de Florencia me impresionó nada más entrar por la gran cruz de Giotto, que me dejó sin palabras. Después ya me fui fijando en el altar mayor con su fantástico labrado y las vidrieras, esas que filtran la luz de modo que los fieles o no en la época de las grandes catedrales debían quedar fascinados e impresionados. Toda esa magnificencia iba dirigida al pueblo llano, poco letrado e instruido de entonces. Ese ambiente y la grandiosidad de la nave central y las laterales con sus correspondientes capillas con ricos retablos, magníficos, como el de la última fotografía, dan fe de la riqueza de la iglesia y de cómo su poder se ponía de manifiesto. Cierto es que los grandes artistas, gracias al mecenazgo de la misma, pudieron realizar sus obras maestras, que nos han llegado hasta hoy con toda su belleza.

Siento que las fotografías no sean muy buenas, el día era gris y mi máquina muy normalita.

El Museo Arqueológico de Florencia

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Fotos : Bárbara

Hay tanto que ver en Florencia que  muchos no nos planteábamos ir al Museo Arqueológico y la verdad es que merece la pena. Es un museo pequeño que se recorre con facilidad, abierto a un jardín lleno de árboles y pájaros que te acompañan con sus trinos como música de fondo. Muy bien montado, de forma muy didáctica, está justo al lado de la Piazza della Santissima Anunziata, en una callecita lateral de la iglesia barroca dedicada a S. Antonio, si no recuerdo mal. Lo encontramos por pura casualidad y nos encantó. La historia estaba allí representada por ánforas, vasijas, copas, pulseras, armaduras y enterramientos etruscos.

«Alla Griglia», enfrente del Hotel París en Florencia

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Foto: Bárbara

Justo enfrente del Hotel, tan solo hay que cruzar la calle, hay un restaurante familiar, con pocas mesas y con una cocina casera rotunda y contundente, ideal para los días en que uno, a las nueve de la noche, está ya fundido de andar recorriendo Florencia de un lado a otro.  Con el menú del día se come muy bien, está decorado muy a la italiana, con manteles de cuadros y el servicio es simpático. y atento. De ahí a lanzarse a la cama hay solo un paso. Este plato nada especial, tenía una salchicha y una carne estupendas.

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Foto: Bárbara

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Foto: Bárbara

El Hotel París. Florencia

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Interior del Hotel París. Florencia. Fotos: Bárbara

El Hotel situado en la via dei Banchi es un hotel confortable y muy bonito, además de céntrico. Como ya dije en otro post, es un edificio antiguo formado por parte del palacio Mondragone y la totalidad del palacio Venturi. Desde la entrada se divisa la cúpula del Duomo y al final de la calle está  la Iglesia de Santa María Novella; más cerca del centro antiguo imposible. La terraza para desayunar en verano es una delicia y el comedor de invierno tiene unos frescos en el techo muy interesantes. Desde la cama, por las mañanas, te despiertan las campanas de las iglesias cercanas y es imposible decirle no al día tan lleno de cosas preciosas por ver. Esa es la mejor invitación que Florencia nos hace a todos.

Giotto y Santa María Novella

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Cristo crucificado de Giotto. Santa María Novella. Florencia

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Cristo crucificado con las vidrieras al fondo de Santa María Novella. Florencia.

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Tablón trapezoidal de la cruz. Giotto. Santa María Novella. Florencia

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Fachada de Santa María Novella. Florencia. Foto: Bárbara

El cristo crucificado pintado sobre tabla de Giotto «flota» en mitad de la iglesia de Santa María Novella. Dicho así parece una simpleza, pero responde a una sensación muy personal. Y uno se queda plantado delante de esa cruz con la emoción de estar delante de una obra de arte muy singular y de gran belleza. Después se puede analizar y leer sobre la época, documentarse y comentar sobre lo que hay de innovación en relación a lo que se hacía y comparar a Cimabue, Giotto y Pisano. Pero antes de entrar, haciendo cola en el jardín del claustro -mientras los gorriones van de aquí para allá entre los cipreses y te miras los zapatos cómodos para poder recorrer Florencia por matar la espera- llega un punto en el que el sol y el cielo tan azul te distraen de tal modo que, cuando por fin entras por el lateral de la iglesia, como que ya estás en otra cosa, de repente ahí está el Giotto; y te quedas clavado y sin palabras. La tradición de las cruces pintadas rodeadas de personajes de la pasión según el modelo bizantino tradicional del Cristo triunfante sobre la muerte, se cambia a mediados del siglo XIII por la del Cristo Paciente, humanizando la figura de Cristo. Este cambio se produce en apenas cuarenta años, desde la cruz pintada por Pisano para la iglesia de San Domenico de Bolonia hasta la cruz pintada por Giotto para Santa María Novella; entre las dos, y como paso intermedio, está la de Cimabue para la iglesia de la Santa Croce. En el Cristo de Cimabue la figura esta curvada hacia el lado izquierdo, mientras que Giotto lo hace hacia el lado derecho. La medida de ambas tablas siguen los cánones del duocento y ambas muestran una misma asimetría: miden 2 centímetros más por el lado izquierdo que por el derecho, pues se quería contrarrestar la curvatura de la figura a efectos ópticos, aunque en el caso de Giotto no hiciera falta posiblemente porque los carpinteros fueron los mismos que trabajaron para Cimabue, de cuyo taller fue Giotto aprendiz, o para la Santa María Novella, más tradicionales. La forma trapezoidal en la cruz de Giotto fue un añadido en la parte baja del soporte, desde donde chorrea la sangre de Cristo sobre el esqueleto de Adán, todo un símbolo y una indudable innovación. Pero ante la crucifixión del Giotto nada de eso importa, sí la emoción del Cristo humano que sufre y muere, el Cristo humanizado por S. Francisco de Asís.

Fachada principal de Santa María del Fiore, Florencia

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Fachada, detalle de la Catedral. Florencia. Fotos: Bárbara

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Uno de los rosetones de la fachada. Foto: Bárbara

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Frontispicio. Foto: Bárbara

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Fachada principal. Foto: Bárbara

La primera vez que vi il Duomo fue un día claro y luminoso de otoño. Tras instalarnos en el hotel y salir a recolectar imágenes para el recuerdo, fue lo que salió a nuestro encuentro a modo de promesa bellísima.  Por suerte nuestro hotel estaba tan cerca  que teníamos que pasar por delante a cualquier hora del día o de la noche y,  siempre estaba más hermoso o así me lo parecía; con la lluvia o bajo un cielo gris, sus piedras me hablaban de otros tiempos, como si Florencia habitara en mí desde siempre. De esta manera, al tenerlo tan próximo, era lo primero que veíamos al salir a la calle y se convirtió en algo tan cotidiano, tan cercano, como el tañido de las campanas que oía desde la cama; algo así, casi familiar, que me hizo sentir que no estaba de paso, que ya formaba parte de esa maravilla que es Florencia; desde cuándo, no lo sé; lo que sí sé es que debo volver en cuanto pueda.

 

La cúpula del Duomo

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Cúpula del Duomo. Florencia. Foto: Bárbara

 

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Pavimento del Duomo. Florencia. Foto: Bárbara

 

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Pavimento del Duomo. Florencia. Foto: Bárbara

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Pavimento del Duomo. Florencia Foto: Bárbara

Del cielo al suelo. El Duomo no te permite que pases por alto nada. La belleza se instaló para siempre por todos los rincones y hay que ir con todos los sentidos alertas. Que el acto de pisar sea consciente, que sepas donde pones los pies; hay suelos ante los que te inclinas aunque sea metaforicamente hablando.

 

Ventanas y contraventanas en Florencia

 

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Foto: Bárbara. Florencia

Cuántas vidas, cuántas personas hay detrás de las ventanas, no solo de los palacios, de las antiguas logias, sino en las casas habitadas por personas normales y corrientes. La ventana que nos abre, amplía la mirada al exterior, qué gran avance.  Y qué decir del gran invento árabe de las celosías, que te permiten observar sin ser visto. Este fundamento de la privacidad, ha tenido, gracias al ingenio, otros modos de ver sin que el observado se dé cuenta; las mirillas de las puertas sin ir más lejos. En algunos lugares, el derecho de admisión se fundamenta hoy en la mirilla y los habitantes abren la puerta al intruso según les venga en gana. Pero hay muchas formas más de observar sigilosamente, detrás de un tapiz estratégicamente situado, lo hemos visto en celuloides añejos de aventuras… Yo recuerdo que de pequeña me apasionaba tirar del separador de unos libros del despacho de mi abuelo, detrás de los cuales había una ventanita desde donde se veía el hall de entrada y desde allí el abuelo decidía si recibía al intruso o no. Fantástico invento que hacía volar mi imaginación.

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Foto: Bárbara. Florencia

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Foto Bárbara. Florencia