
Vesalius, dibujo. Del libro de Reginald Marsh «Dibujo anatómico artístico». Ed Gustavo Gili. Barcelona 1951.
Recogida, de un antiguo recetario, la clasificación que hace un médico muy viejo de los distintos alimentos que forman el régimen alimentario adecuado para vivir mejor; según él, «ni los técnicos ni los profanos suelen tener en cuenta, al ocuparse del asunto, que la alimentación no tiene más objeto que compensar las pérdidas del organismo.
«Tratándose de individuos fisiológicos, sin la más pequeña intervención de la patología en su organismo, el régimen debe ser mixto de carnes, pescados y vegetales, pero sin olvidar, y esto es muy importante, que todos nuestros órganos funcionan por excitación. Con arreglo a ello, los alimentos pueden clasificarse en dos categorías (excitantes y nutritivos). Los primeros, si por la cantidad se los quiere hacer excitantes arruinan el estómago; los segundos, si por cantidad se pretende hacerlos nutritivos sobre arruinar la víscera digestiva, derrumban el organismo.
«En pocas palabras, las sustancias muy nutritivas deben ingerirse solo como tales, en prudencial cantidad, confiando la acción excitadora que precisan otras sustancias que, ejerciendo casi solo aquella, contribuirán a un equilibrio fisiológico, único capaz de hacer pensar que la vida vale la pena vivirla».
¡Bravo y olé! Para mí que podría ser, referido a nuestra economía, situación de la banca patria y demás, un discurso de nuestro presidente en el Parlamento europeo; este podría quedar así: «Ni los técnicos ni los profanos suelen tener en cuenta, al ocuparse del asunto, que la banca no tiene más objeto que compensar las perdidas del organismo (el suyo).
«Tratándose de entidades financieras, sin la más pequeña intervención de la patología en su organismo (tenemos el mejor sistema bancario europeo), el régimen debe ser mixto en deuda, bonos, pero sin olvidar, y esto es muy importante, que todos nuestros órganos funcionan por excitación; con arreglo a ello, las ayudas pueden clasificarse en dos categorías: excitantes (para la banca ) y nutritivas (que alimente a la banca). Los primeros, si por cantidad se les quiere hacer excitantes, arruinan al país; los segundos, si por cantidad se pretende hacerlos nutritivos sobre arruinar el estómago de la gente, derrumban el país (todo no se puede tener).
«En pocas palabras, las sustancias muy nutritivas para la banca deben ingerirse solo como tales, en prudencial cantidad, confiando la acción excitadora que precisan otras sustancias que, ejerciendo casi sola aquella, contribuirán a un equilibrio bancario, único capaz de pensar que la vida vale la pena vivirla». Estupefacción en el hemiciclo europeo. «Es muy gallego» dicen los del PP cerrando filas.