
Se cumplen cincuenta años de la muerte del premio Nobel de literatura William Faulkner. Debo decir que tengo adicción por las novelas cortas, las prefiero a esos volúmenes larguísimos tan de moda, tipo best-sellers. Lo que digo es que lo breve, si bueno, es doblemente bueno y sobre todo escaso, pues nos sabe a poco. Acabo de descubrir y de leer una novela corta editada por Tusquets en 1971, «Miss Zilphia Gant», de Cuadernos Marginales. Esta joya se publicó en Dallas en el 32, con posterioridad en Italia en el 59 y Tusquets la rescató podríamos decir del olvido (en Estados Unidos no se había vuelto a imprimir). Es una obra intermedia entre sus dos etapas en la que se percibe la influencia formal de Joyce y de Anderson y en donde se pone de manifiesto la tesis de Freud sobre la represión engendradora de violencia.
Pero hoy lo que quería es agradecer al señor Faulkner su labor como cooguionista de las mejores peliculas del cine de Hollywood de los años cuarenta y cincuenta. Como admiradora del buen cine que se hizo entonces, cuando las películas tenían guión gracias sobre todo a los magníficos escritores que por la guerra se exiliaron de Europa -lo mismo que sucedió con directores de primera fila-, me siento en deuda. ¿Se acuerdan cuando los diálogos eran rápidos, inteligentes, mordaces? ¿Se acuerdan de que en las películas se contaban historias? La primera que me viene a la memoria es una del 44, «Tener o no tener», dirigida por Howard Hawks con actores fantásticos como Humphrey Bogart, Walter Brennan, Lauren Bacall… Pues bien esta obra del séptimo arte debe el guión nada menos que a Faulkner y a Hemingway. Así sí se podía hacer buen cine. Otra insuperable, esta rodada en el 46 en la que Faulkner trabajó como guionista es «El Sueño eterno», igualmente dirigida por Hawks con la pareja Bogart-Bacall. Recuerdo que del rodaje de «La burla del diablo» -una película increíblemente divertida- se decía que el guión se escribía la noche anterior, claro que los guionistas eran de tal categoría que iban escribiendo el guión sobre la marcha en medio de unas juergas tremendas. Me estoy refiriendo al «equipo» formado por Truman Capote, Bogart, Huston y Peter Lorre.
El trabajo como guionista a Faulkner no le satisfacía lo más mínimo, era un trabajo de subsistencia que todos le agradecemos.