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Picasso: «El guitarrista ciego»

Picasso: "El guitarrista ciego".Chicaho Art Institute, Colección Bartlett, Chicago.

Picasso: «El guitarrista ciego»Chicago Art Institute, Colección Bartlett, Chicago.

Esta obra que Picasso realiza en 1903 pertenece a su época azul. A finales de enero de ese año, el pintor regresa de París y se vuelve a instalar en casa de sus padres en la calle de la Merced de Barcelona. Trabaja en el estudio que compartiera en 1900 con Casagemas en la calle Riera de San Joan 17,  y ahora lo comparte con Ángel Fernández de Soto, llamado «Patas». Allí permanecerá un año, hasta que encuentra un estudio para él solo en la calle del Comercio.

Sus obras entre 1900 y 1906  muestran la preocupación del dibujo como contorno real de la figura, a la que integra en ese mundo de seres desamparados, proyectando el hambre, la miseria, la alienación, la vida y la muerte; no es casual que su paleta se torne fría con esos azules y ocres tan característicos. Es el suyo un realismo idealizado que mira al clasicismo.  Con el alargamiento de los miembros, huesudos, descarnados logra una estética elegantemente picassiana que algo le debe al arte egipcio al que admiraba especialmente (no hace falta que las figuras sean hieráticas); no olvidemos que Picasso, como Saturno, devora y bebe de todas las fuentes, y en sus retortas se «cocinan» todos los saberes del arte.

«El guitarrista ciego» está realizado con óleo sobre tabla. 121 x 82 cm. Barcelona 1903.

Picasso y su perro

Picasso y su perro. Foto: D. Douglas Duncan.

Picasso y su perro. Foto: D. Douglas Duncan.

 

Picasso ríe divertido al dar de comer a su perro que lame el plato con fruición, mientras su mujer contempla la escena. El pintor a lo largo de su vida siempre tuvo perros; sin duda amaba todo tipo de animales y se rodeó de ellos a medida que sus residencias aumentaban de tamaño. Foto tomada en el castillo de Vauvenarges.

Por la calle: Un «picasso»

Picasso: "Lee Miller  en Arlésienne", 1937. Museo Réattu (Arles). Foto: Bárbara

Picasso: «Lee Miller en Arlésienne», 1937. Museo Réattu (Arles). Foto: Bárbara

Paseando a lo largo del Ródano se encuentra uno con este «picasso», «Lee Miller en Arlesienne», de 1937 pintado  en una de las paredes exteriores del Museo Réattu, por alguien que quiso emplazarlo al aire libre. El original en el interior está por suerte al abrigo de las inclemencias del tiempo; según las estadísticas de los arlesianos, al año el mistral sopla de cada tres días uno con una virulencia  total. El Museo Réattu es el Museo de Bellas Artes de Arles, antiguo palacio de la Orden de Malta y sueño hecho realidad del pintor Jacques Réattu, que deseaba hacer de este lugar el museo que albergara tanto su obra como su colección. El palacio está declarado monumento histórico y acoge además exposiciones temporales de fotografía; Arles, en los meses del verano, celebra uno de los encuentros más prestigiados de fotografía a nivel mundial. Hablar de Arles hoy día es sinónimo de fotografía al más alto nivel.

El genocidio, la masacre… La franja de Gaza.

Picasso: "Masacre en Corea". 1951.

Picasso: «Masacre en Corea». 1951.

Gaza… 650 muertos civiles palestinos, hasta ahora.

Parece que nada cambia, que la locura de los gobiernos es una onda que se transmite desde cualquier tiempo, en cualquier época;  el odio es un gusano que se enquista y, larvado, permanece durante años en la sociedad que se va corrompiendo poco a poco y, cuando es la hora, los gobiernos apelan, despiertan los sentimientos más bajos, los instintos salvajes de la masa que, enloquecida, se prepara para masacrar al contrario corrompido a su vez por el mismo veneno… el odio se propaga como una honda de generación en generación. El fanatismo está servido y el patriotismo es su bandera.

Esta obra de Picasso, «Masacre en Corea», está inspirada en al cuadro de Goya «Los fusilamientos del 3 de mayo», donde el pintor aragonés plasmó el horror del pueblo español fusilado por las tropas francesas. Nada nuevo en la historia del arte. Picasso pintó esta obra en 1951, cuando la guerra de Corea estallaba, contra las conciencia de los que, ajenos al conflicto, se preguntaban de nuevo el porqué de una guerra sin sentido. Este cuadro de Picasso no tuvo la repercusión que se esperaba tras el Gernika; se esperaba otro similar y, sin embargo, la fuerza de los cuerpos desnudos indefensos en su pureza frente a unos soldados estadounidenses con unos cascos clásicos (¿griegos?), intemporales, me produce una impresión más impactante; de modo que, y siempre desde una interpretación muy personal, esta obra resume la locura de todas las guerras, el horror de todo exterminio; la fuerza simbólica de esos cascos sin más identificación que, como máquinas de matar, es terrible…

Y Gaza…. 650 muertos civiles palestinos, hasta ahora. ¿Y es que nadie puede parar esta masacre? ¿Por qué el paraguas de EEUU sobre Israel? ¿Por qué Israel masacra como se masacró a los judíos…? Tanto rencor aún…, tantos porqués cuya respuesta todos sabemos; pero nunca el saber ha servido tan poco como ahora en el caso de la franja de Gaza. Distintos gobiernos se amparan en el terrorismo del contrario para realizar terrorismo de Estado… ¿Existe diferencia?

¿Cuantos muertos palestinos vale un muerto iraelí?

Y los niños inocentes…

 

El beso

 

 

El  tierno beso de Picasso a su mujer, Jaqueline Roque. Otra de las fotos que D. Douglas Duncan hiciera a la pareja en escenas domésticas y cotidianas.

 

Picasso en Vauvenarges

Picasso y Jacqueline. Foto de D. Duncan

Picasso y Jacqueline. Foto de D. Duncan

 

Picasso y su última mujer Jacqueline en un salón de su residencia, el castillo de Vauvenarges, a donde se trasladaron a vivir en 1959.  A partir de entonces se acaba la vida social del pintor y la vida se torna solitaria, centrada casi exclusivamente en el trabajo: todo el castillo, situado en un lugar apartado, se convierte en estudio. Su labor se centra en su modelo: Jacqueline. Mas adelante se mudan a Notre Dame de Vie , su última morada; en 1962 Picasso pinta 70 veces a su mujer, al año siguiente 160 veces. La foto refleja una escena doméstica y cotidiana donde llaman la atención los pantalones a rayas de un Picasso anciano, que viste como un chaval.

Brigitte Bardot y Picasso

Una foto curiosa de la actriz francesa de moda, musa de los años cincuenta-sesenta, icono en el que se fijaban todas las adolescentes del mundo, con Picasso, otro fenómeno que, al margen del mundo artístico, era también objeto mediático. La foto corresponde a una visita que ella hizo al estudio del pintor en Cannes en 1956. La fotografía aun siendo antigua, con poca definición tiene su aquel, siendo además poco conocida.

Juan Gris: «Retrato de Picasso»

Juan Gris junto con Braque y Picasso forman los vértices del triangulo del cubismo más importante. Juan Gris realizó este retrato a su amigo Picasso en 1912, inconfundiblemente captado con los elementos del nuevo lenguaje pictórico.

Juan Gris; "Retrato de Pablo de Picasso".

Juan Gris; «Retrato de Picasso».

Las manos de Picasso

Brasai

Brassaï : mano de Picasso.

 

 Brassaï, conoció a Picasso en su estudio sito en  al número 23 de la rue de la Boétie, cuando este acababa de cumplir cincuenta años; rico, famoso, había adquirido Boisgeloup, un castillo en Normandía, y se estaba preparando la primera gran exposición retrospectiva de su obra en la galería Georges Petit. La época de los cubistas y de los surrealistas se centra alrededor de la rue de la Boétie que fue como un imán para los galeristas y los marchantes, los cuales anteriormente se habían situado en la rue Laffitte y sus aledaños cuando triunfaban los impresionistas y los fauves. El primero en instalarse fue John Hessel, seguido de Paul Rosenberg y su hermano Léonce… Solo Vollard se dirigió hacia la orilla izquierda.

Brassaï fue llamado en setiembre de 1943 al estudio de Picasso con la idea de que fotografiara la obra escultórica de Picasso desconocida o aún poco conocida. Las fotos, una treintena, aparecerían en el número 1 de una nueva revista de arte, la después prestigiosa, Minotaure, editada por Albert Skira y siendo su director artístico Tériade. Después de este primer ejemplar, Matisse, Derain, Dalí, André Masson, Magritte… fueron los que aportaron su particular versión del minotauro que aparecía en las distintas portadas.

Brassaï fotografió en Boisgeloup las esculturas de Picasso, pero también su estudio, al pintor delante del caballete, con sus amigos, las zapatillas de cuadros, a Sabartés, a los amigos»actores» de su obra de teatro «Le désir attrapé par la queue»… todo lo que era su mundo; él mantuvo su amistad con el pintor durante toda su vida, pero cuando aparece Dora Maar se mantuvo al margen para que ella tomara el relevo y se encargara de ser su fotógrafa «oficial» para evitar recelos. De entre todas las cosas que Brassaï fotografió, estas manos, moldes y vaciados en yeso del pintor.

Manos carnosas, con el monte de Venus prominente, según los entendidos reflejo de una sensualidad desbordante, dedos pegados, unidos… en fin yo no soy experta, pero se ven tan claramente las líneas que el que quiera y sepa las puede interpretar…

Del libro «Conversaciones con Picasso» de Brassaï, que el autor dedica: «A picasso en sus ochenta y tres años -tan llenos- este manojo de momentos vueltos a vivir». Editado por Aguilar S.A. de Ediciones, Madrid, 1966.

¡Magnífico e interesante libro vivido!

Brassaï : mano de Picasso

Brassaï : mano de Picasso