Picasso y su última mujer Jacqueline en un salón de su residencia, el castillo de Vauvenarges, a donde se trasladaron a vivir en 1959. A partir de entonces se acaba la vida social del pintor y la vida se torna solitaria, centrada casi exclusivamente en el trabajo: todo el castillo, situado en un lugar apartado, se convierte en estudio. Su labor se centra en su modelo: Jacqueline. Mas adelante se mudan a Notre Dame de Vie , su última morada; en 1962 Picasso pinta 70 veces a su mujer, al año siguiente 160 veces. La foto refleja una escena doméstica y cotidiana donde llaman la atención los pantalones a rayas de un Picasso anciano, que viste como un chaval.
Entrañable foto. Lo que me llama la atención son los gigantescos platos que Picasso y Jaqueline tienen delante. Puede caber en cada uno una paella para 4 personas, ¿no?
¡Hay, que triperillos somos!!! Jajaja… caber cabe, eso salta a la vista… en qué estarías tú pensando! A lo mejor también lo pensaba él mientras ella, con cara de cansancio, llevándose la mano a la cara no parece estar por la labor de prepararla; Picasso frecuentaba en París un restaurante «El catalán», muy bueno, donde se debía resarcir de la morriña culinaria española…