Joaquín Carpi y Ruata nació en Tamarite de Litera (Huesca) en 1855 y murió en 1910. Abogado y pintor del XIX, fue discípulo de Dionisio Fierros. Sé que expuso con regularidad y que se casó con Pilar Zaidín i Ballesta y tuvieron cuatro hijos, y uno de ellos, Joaquín, fue mi abuelo. Poco más sé de su vida; pero ¿qué se sabe de nuestros ancestros cuando nos remontamos solo dos generaciones? En casa de mis abuelos, cuando era pequeña, en aquella casa enorme de Tamarite, recuerdo contemplar los cuadros del bisabuelo y escuchar tocar el piano a la abuela, que tuvo tiempo además de tener ocho hijos y casi de formar una rondalla, pues todos tocaban algún instrumento musical, el violín, la guitarra, la bandurria y todos pintaban y tenían el gusanillo del arte en los genes, que fue floreciendo a través de los años con más o menos acierto. Del bisabuelo nos quedó su legado y de sus genes mi abuelo Joaquín, que, aparte de heredar su nombre, heredó lo mejor: su enorme humanidad y su socarrona sabiduría. Hombre de letras, -era abogado-, amante de los animales llenó la casa de setters de caza, de gatos, de grandes pajareras con periquitos, de carpas en el estanque, tórtolas en las falsas… y ocho hijos y nietos en aquel paraíso familiar. Mi abuelo, gran conversador, hombre cultísimo y bondadoso, hizo el primer diccionario del dialecto de la Litera, zona lingüística muy interesante, frontera del catalán y del aragonés.
En los veranos, cuando era ya jovencita, acompañaba a aquel señor, Don Joaquín, con bastón todas las noches después de cenar a tomar café; paseábamos por las calles y charlábamos como dos amigos entrañables, y ese recuerdo me llena de orgullo y emoción; me parecía un auténtico honor que él me hacía con todo su cariño… Recuerdo, este, emocionado al abuelo Joaquín, al que añoro y guardo en el corazón. La abuela era su contrapunto feliz y quien ponía música a esta melodía interrumpida solo con la muerte de él.
La bondad de la pintura del bisabuelo es patente y nada más, aquí, que expresar mi admiración en este pequeño esbozo familiar.
Me han emocionado tus palabras acerca de nuestro abuelo. Es la misma imagen que me ha quedado de él (era tremendamente afectuoso y un enamorado de los animales; cuando venía a Barcelona ibamos juntos al zoológico y disfrutaba incluso más que nosotros). Era un verdadero señor. La pena es que murió cuando yo tenía 10 años y no pude tener esas experiencias que tú cuentas. Guardo también un gran recuerdo de mi abuela Pilar, su mujer, que siempre me trató con mucho cariño.
Desde luego, mi padre me había dicho que su abuelo pintaba muy bien (incluso tiene algún cuadro en el museo del Prado, pero no expuesto) pero no me había señalado ningún cuadro. Veo que no se equivocaba.
Feliz fin de semana a todos y un fuerte abrazo a ti y a Aurelio
Eran una pareja adorable y si me apuras más avanzados que muchos de sus hijos. Desde que se casaron no se separaron más que una vez, por pocos días y si ves el reencuentro, parecían dos tortolitos; se querían con locura, era algo envidiable. Tengo, como tú unos recuerdos imborrables aunque yo los pude disfrutar muchos años más.
El bisabuelo pintaba de maravilla; hay un retrato de su mujer, Pilar, que es también muy bueno y del que dicen que me parezco a ella.
Celebro que esta entrada te haya traído buenos recuerdos…
Feliz fin de semana y un abrazo muy fuerte!
Bellos y valiosos recuerdos. Precioso homenaje.
Y muy felices también…! Muchísimas gracias; mis abuelos han sido muy importantes en mi vida, un referente de amor y calor familiar.
Feliz fin de semana y un abrazo muy fuerte.
Los recuerdos de tu abuelo… «Cuánto me hubiera gustado conocerlo», sabes que te digo siempre que hablas de él.
Y qué bello el cuadro de su padre… ¡De raza le viene al galgo…, Bárbara Carpi!
Como dice Joaquín era todo un señor, pero muy divertido, socarrón y un gran naturalista; llevaba los bolsillos llenos de frasquitos de cristal en sus paseos por el campo para sus escarabajos o cualquier bichillo; su colección de mariposas era fantástica. Y además era un filólogo, en ese terreno los dos lo habríais pasado fenomenal… Los hombres más viejos del pueblo acudían a su casa cuando se acordaban de alguna palabra que hubiera caído en desuso, él las atesoraba para su diccionario que al morir terminó su hijo mayor. El cuadro es precioso… ¡Ya quisiera yo!
Un beso!
Al ir leyendo un relato inspirado en el profundo amor a tus abuelos y ancestros fui haciendo pausas pues la mente imaginaba y las emociones fluian con los detalles reveladores sobre la forma de vida tan natural y cargada de raíces artísticas en tu entorno juvenil que, sin duda hoy día son parte fundamental de la esencia tan rica que posees.
Un abrazo en memoria de tus sabios y queridos ancestros [Joaquines], estimada Bárbara.
Querido Demian, tus comentarios siempre me emocionan porque sabes transmitir sentimientos muy tiernos y expresarlos de una forma que llegan directos al corazón… y con mayor motivo esta vez en que «ellos», los sujetos de mi recuerdo, han sido la correa de trasmisión de las cosas que más me han conformado como persona; he sido tremendamente afortunada de vivir tanto amor y respeto mutuo junto a ellos y además en un ambiente en el que el arte estaba muy presente. Me halagas, estimado amigo y no merezco tanto!
Un abrazo con todo mi cariño.
Me ha encantado esta pequeña gran historia familiar.
Gracias por compartirla.
Celebro haber podido transmitir un poco de lo que fue.
Muchísimas gracias, Pablo!
Un abrazo.
Un genio.
Sin duda un gran hombre, excelente pintor, jurista, discípulo de Dionisio Fierros, pionero de la fotografía y amante de los avances científicos, fue el padre de mi abuelo Joaquín de Carpi y Zaidín. Muchísimas gracias, Alejandro, por tu comentario. ¿Tenemos, por casualidad, algún parentesco?