
Fotografía de la revista Life de la fachada del Bateau-Lavoir
Bueno, la encontró Aurelio y me la pasó. Hace algunos años estuve en Montmartre, como siempre que voy a París, y me senté en un banco de la Plaza frente a la fuentecilla, mientras miraba el solar donde pensaba que estuvo el famoso Bateau-Lavoir; así me lo había indicado una señora que tenía una pastelería en la esquina, justo en la calle que bajaba hacia la placita. Y ahora, por fin, lo veo tal como era cuando en la primera mitad del siglo pasado los que luego serían famosísimos pintores tenían sus estudios.¡El famoso Bateau-Lavoir!!! Los desconchones de la pared y la fachada, por sí solas, nos hablan de la pobreza del lugar y lo duros que debieron ser los comienzos para todos ellos, pero, por lo que sabemos de los lugares que frecuentaban, como Le Lapin Agile, la juventud y el entusiasmo reinaban en las noches locas y alegres del barrio. Barrio que, ahora se cotiza mucho y al que se han trasladados «bobos» (burgueses adinerados) a chalets preciosos que se han ido construyendo.
Suele ocurrir. Yo no pude encontrar, sin embargo, el taller de un ceramista de Montmartre que firmaba como Zíngaro, en mi última estancia en París. Después de mucho callejear, me di por vencido. Tal vez -es lo más probable- el taller haya desaparecido. Bueno, permanecerá en la memoria mientras conserve sus hermosas y rústicas tacitas.
La memoria es ese baúl prodigioso donde guardamos los mejores recuerdos. No quisiere perderla, sería terrible para mí y supongo que para cualquiera, porque tengo, por suerte, grandes y hermosos recuerdos. Un cordial saludo, estimado Julio.