Los templarios y el culto a las Vírgenes Negras (III)

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«San Bernardo de Claraval y la Virgen» de Alonso Cano, c. 1645. Museo del Prado.

Los templarios, quizás buscando el conocimiento transcendental, llegan al templo de la diosa Isis en Egipto, la cual representa el conocimiento y la fertilidad. Según la leyenda, es a partir de entonces cuando se produce el culto a la Virgen Negra. A Isis se la representa amamantando a su hijo Horus y es a través de la leche  materna como se transmite el conocimiento esotérico. La diosa Isis representaría las tierras negras que el Nilo fertilizaba con los limos y sería la semilla de la vida. El largo tiempo pasado en Oriente en contacto con otras culturas y religiones como las hebreas, agnósticas y sufistas hacen pensar que los templarios se podrían haber alejado de la doctrina de la iglesia católica, pues parece que tuviesen la tentación de buscar un origen religioso único. El simbolismo iniciático de San Bernardo de Claraval está representado en los distintos retablos conocidos como «Lactación de San Bernardo», donde se observa al santo de rodillas frente a una Madonna con un niño en brazos de cuyo seno brota un chorro de leche que va directamente a su boca. Esta imagen tan chocante, que se encuentra en las capillas del Temple, significaría su posición como un iniciado en la sabiduría esotérica.

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