
Foto: Bárbara

Foto: Bárbara
Siempre que hago un contraluz me lleva a J. Ford y a «Centauros del desierto», y más concretamente al contraluz inicial y al final con los que el maestro abre y cierra la película a modo de telón. Y es cuando tengo la máquina en la mano y el sol de frente, cuando pienso: «Qué churro te va a salir», pero la máquina es muy lista y, a veces, visto el resultado, me digo: «Cuánto sabe».
«Cuánto sabe» la máquina, sí, pero para decidirte a disparar han tenido antes tus ojos que mandarle a tu cerebro la orden de apretar el disparador en ese preciso instante. Las casualidades, en estas cosas, no existen. ¡La consciencia del inconsciente! Deberíamos leer más a Dalí, antes incluso de mirar sus cuadros.
¡Vale, vale, no te pongas así! Si yo lo decía porque queda feo echarse flores, porque estas dos han quedado chulas y me gusta verlas desde fuera de mí, como si no fueran mías… a veces me pongo franciscana.
Muy buen trabajo, Bárbara; las dos fotos me gustan mucho. Un abrazo.
Mi suegro que era de La Mancha me enseñó a apreciar sus contrastes, a amar sus colores.
Muchas gracias, Isabel.
Un fuerte abrazo.
No todo lo hace la máquina no…
¡Muchísimas gracias, Hélène !
Un abrazo.
Estoy de acuerdo con todo lo que habéis dicho. Son los ojos de la artista y no la máquina los que crean esa magia. Aunque aplaudo este «franciscanismo» muy apropiado por la fecha de ayer 🙂
Debía ser estupendo, sus ideas están cada día más vigentes; pues no había caído aunque eso es muy normal en mí, nunca sé en el día en que vivo.
Besos, guapo.