Acaba de caer un chaparrón primaveral de esos que ni los de la meteó saben adivinar y me he despertado de un sesteo ligero con la impresión de que íbamos a salir a nado, pero no, la primavera pone tal empeño e ímpetu en lo que hace que duró un suspiro, el tiempo suficiente, no obstante, para llenarlo todo de barro. Y me he quedado pensando en lo que han cambiado las cosas, antes la lluvia refrescaba, limpiaba.Y me he vuelto a dormir pensando en la primera rosa que en el jardín estrena temporada, qué poco tiempo de vida…
Tus fotos son preciosas. Muchas gracias.
Es impresionante como están los rosales, no se amedrentan con la lluvia sino todo lo contrario, tienen tantas ganas de florecer que revientan de capullos y alguna, como la que muestras, se atreve a abrirse con el viento y la lluvia.
Una barzo.
Pues anda que las tuyas son de libro!!! Muchas gracias a ti que eres maestra y docta en la materia. ¡Tan frágiles como parecen y ahí está la naturaleza con toda su fuerza y vigor!
Un abrazo bien grande de admiración y cariño.
Qué bella¡¡¡¡
Son un regalo de la naturaleza!
Muchas gracias, Bella.
Un abrazo grande.
Aqui no cae una gota, esta todo el día nublado, pero no llueve. Es precioso.
Y hoy aquí, hoy, luce un sol esplendoroso! Así es la primavera.
Muchas gracias.
Un fuerte abrazo.
Preciosa rosa. La naturaleza está enamorada de tí, Bárbara 🙂
Muchas gracias, Joaquín. Me voy a poner del mismo color que la rosa!