
Supuesto autorretrato de Leonardo anciano. Dibujo a la sanguina sobre papel, h. 1510-15. Biblioteca Real de Turín.
Amboise es un bellísimo enclave turístico de Francia donde se unen a las bondades paisajísticas de su enclave fluvial junto al Loire, su arquitectura, gastronomía y el palacio de Cloux (hoy llamados Clos Lucé), donde vivió el gran Leonardo sus últimos tres años. El genio del Renacimiento y de todos los tiempos nació el 15 de abril de 1452 en Vinci y murió el 2 de mayo de 1519 en el citado palacio, asistido por su amigo y protector el rey de Francia, Francisco I. Fue enterrado en la capilla de Saint-Hubert donde permanece. Amboise es, para los admiradores del genio de Leonardo, un lugar de obligado peregrinaje, donde recorrer las estancias del palacio es una aventura casi mística para sus devotos; la gran cama donde exhaló su último suspiro con el rey inclinado sobre el lecho está escenificado en una gran tela que nos habla de forma muy elocuente de la gran connivencia y complicidad que existió entre ambos. Hay que remontarse a tres años antes, cuando, tras la muerte de su gran protector Giuliano de Médicis, el pintor abandona Italia acompañado entre otros de su discípulo Melzi llevándose la Gioconda, el ambiguo S. Juan Bautista y Santa Ana, La Virgen y El Niño. A Amboise llega Leonardo más como amigo que como pintor, arquitecto y mecánico del Rey, que era como fue «contratado»; por ello en el palacio de Choux vivió más como un noble que como un empleado del rey. Curiosamente, a ambos les apasionaba la cocina y se cuenta que, entre el palacio del monarca y el de Cloux, un pasadizo secreto unía las dos residencias y que Francisco I lo recorría por las noches para disfrutar de las recetas innovadoras del pintor, y que en esas noches gastronómicas ambos cocinaban con auténtico placer, aunque el servicio del palacio contara con cocinero propio. El comedor, con su amplia mesa, acogía a los invitados en jornadas «normales». Pronto la salud del genio se resintió y en 1517 su brazo derecho se le paralizó; no obstante siguió dibujando y haciendo bocetos para decorados de fiestas palaciegas, proyectos urbanísticos, drenaje de ríos…; dibujaba sobre temas bíblicos y apocalípticos y siguió trabajando sobre su Tratado sobre la Pintura, que quedó inacabado. A su discípulo le legó sus manuscritos, sus libros y dibujos, que este se llevó a Italia tras su muerte. Según su biógrafo Vasari, a su amigo el rey le vendió la Gioconda por 4000 piezas de oro. El recorrido por el palacio de Cloux se completa con una especie de museo al aire libre donde todos puede ver y manipular una serie de inventos que no hacen más que admirarnos de su visión precursora, de su enorme conocimiento de la ingeniería, de la mecánica, de la física y de todos los conocimientos portadores del Renacimiento; un lugar imprescindible para seguir su estela. Bellísimo autorretrato (supuesto) y uno de sus innumerables dibujos que me apasionan.
A fascinating story. Thank you.
Todo lo que se refiere a Leonardo es apasionante y rodeado de cierto misterio..
Muchas gracias a ti, querido Ashley!
I just hope it wasn’t something he ate that killed him.
Creo que no; en la corte de Francisco I lo trataron muy bien.
Un fuerte abrazo, querido amigo.
Magnífica crónica sobre los últimos tiempos del genio. Como siempre, un placer
Muchísimas gracias a ti; agradezco de veras tus comentarios. El placer es mío.
Un abrazo.
Leonardo es un tema apasionante e inagotable. Muchísimas gracias, Bárbara, por darnos otra pincelada sobre él.
¡Muchas a ti! Leonardo es algo tan excepcional que siempre queremos saber más, verdaderamente inagotable.
Me ha gustado mucho tu reseña, gracias y enhorabuena.
Saludos.
Muchas gracias a ti, estimada Isabel.
Un abrazo bien grande.