Lobo sintió que, por momentos, se le iba ablandando el cerebro, que no el corazón; se sabía ser pensante anarquista, por tanto perfectamente capacitado para la reflexión, y aunque de perfil se palpó la grasa visceral, pensó que los juegos de asociaciones le funcionaban, de momento. Aun así se sintió andropáusico abrumado por la disminución de los estrógenos y pensó en las placas de adipocitos, en los ateromas que obstruían sus arterias… El reloj de cuco dio las tres y la lechuza en su nido en aquel claro del bosque hizo «chut». Una idea se iba abriendo paso en su cerebro acorchado: que, como ser pensante, un exceso de razonamiento no le tenía por qué perjudicar su cerco a las caperucitas.
Un loup anarchiste pensant, diable, tu me présentes ? Quelle jolie plume en tout cas, Barbara !
Un loup un peut bizarre qui sera très hereuse de faire ta connaisense!!! Merci beaucoup Phédrienne.
Bisous.
¡Un lobo que es filósofo, médico y caperucitívoro! 🙂
¡ Me encanta lo de «caperucitívoro, es genial! Muchas gracias, Joaquín!
Pobre lobo… le entiendo, cuando nos van pasando los años y vemos perder parte de nuestros elementos fésicos, es muy triste.Yo no soy anarquista, pero me gusta respetar todas las ideas especialemente de religión y como es normal deseo me respeten a la vez. Tengo un reloj cuco.
Me encanta la foto.
Este lobo es un personaje atípico, un poco loco y un mucho extravagante… al no ser un ser social, él no respeta nada.
Totalmente de acuerdo: el respeto es sagrado. Me encantan los relojes de cuco!
Muchas gracias, Rosa!