

Picasso, con su sentido del humor, tan español, jugaba con la misma intensidad que lo hacen los niños y él siguió siendo un niño grande que sostenía los siguiente:



Picasso, con su sentido del humor, tan español, jugaba con la misma intensidad que lo hacen los niños y él siguió siendo un niño grande que sostenía los siguiente:


Pisasso.» Gósol». 1908

Picasso. «Desnudo con las manos juntas». 1908

Picasso.»Adolescentes». 1908
En la actualidad, estas tres obras de Picasso que él pintara durante su estancia en Gósol están en L’Orangerie (París).

30 de junio de 1972

2 de julio de 1972
Picasso tenía noventa años cuando hizo estos dos autorretratos. Sus detractores, que también los tuvo, dirían eso tan manido de: lo podría hacer un niño. ¡Claro, un niño de avanzada edad que seguía jugando a ser él mismo! Porque los años están ahí, sobre todo en el último, donde la línea ya titubea, no es precisa, pero quién la necesita, cuando descarnadamente se retrata como una calavera. Y quien le discute su bien hacer se olvida de su época azul y rosa, de la maestría con la que llenó su siglo. ¡Picasso, genio y figura!

Picasso en su estudio de París, 1944

Picasso ante «Le couple» (1970) en Mougins, en su 89 cumpleaños
En la primera fotografía, Picasso nos sorprende con un modelo de albornoz con cinturón ancho ultimo grito, zapatillas a cuadros a juego con el gorro que lleva un pompón. En la segunda luce una albornoz de mejor factura; son tiempos de bonanza y se nota en la calidad de la prenda. Mon dieu!!!

Picasso disfrazado de Popeye. Foto de André Villers

Picasso y André Villers en Vallauris.



Genial esta serie de fotografías de Picasso bailando en su casa de la Californie, hechas por D. Douglas Duncan en 1956.
Picasso en unas preciosas fotografías hechas por Yousuf Karsh en 1960




En 1934 aparece en N.Y. una versión de la Lisístrata de Aristófanes publicada por la asociación de bibliófilos estadounidenses, ilustrada con seis grabados de Picasso al modo neoclásico del pintor. La edición, como no cabía ser menos, es reducida y exclusiva. Aristófanes estrena su obra en Atenas en el año 411 en plena guerra del Peloponeso entre espartanos y atenienes que venía enfrentando a todo el mundo heleno desde hacía veinte años. El nombre de Lisístrata, que significa «la que disuelve los ejércitos», ya es toda una promesa de su contenido antibelicista; la guerra parecía no tener fin y las hostilidades entre las dos potencias griegas conllevaba una devastadora destrucción que abarcaba toda la cuenca oriental del Mediterráneo. Curiosamente esta obra, ilustrada por Picasso, se estrena en vísperas de que estallara en España la guerra civil y en un periodo de entreguerras mundiales. Estos tres primeros grabados, como los otros tres restantes, se caracterizan por la simplicidad de las líneas y el equilibrio en la composición. En el primer grabado aparece Lisístrata convenciendo en asamblea tanto a espartanas como a atenienses para que se abstengan de tener relaciones sexuales con sus maridos hasta que ellos no pongan fin a las hostilidades. En el segundo, aparece un encuentro erótico frustrado, siguiendo las directrices marcadas por Lisístrata. Y en el tercero se muestra la desesperación de los hombres ante una huelga insólita. Toda una solución.

Picasso: «Desnudo de Fernande Olivier», 1906. Gouache sobre papel Ingres. Museo de Arte de Cleveland
La gran aventura de Picasso, el paso de su pintura hacia la modernidad, se produce después de su viaje a Gósol; es en este pequeño pueblo de los Pirineos, al que llega acompañado de Fernande Olivier, donde se gesta el cambio. Entre mayo y agosto de 1906, rodeado de montañas resuelve su búsqueda particular del retrato mediante la cual captará la esencia del personaje. A la vuelta de Gósol, Picasso, que había empezado el retrato de Gertrude Stein el año anterior, y tras más de un centenar de sesiones infructuosas, puede por fin finalizarlo en una sola tarde. En Gósol cambia no solo su paleta, donde predominan los tierras y sienas, sino el tratamiento estilístico que dará paso a los rostros máscara con la geometización de las formas e incluso de la estructura craneal; el cuerpo no se corresponde con la cabeza que es, ahora, una estructura pesada y poderosa. A la vuelta de los Pirineos no solo termina el retrato de su mecenas, sino que, ya instalado en París, comienza «Les senyoretes d’Avinyó». Son de la estancia en Gósol estas obras con Fernande Olivier como protagonista, pero es en el último retrato, el de Josep Fontdevila, el propietario de Cal Tampanada, la fonda donde están alojados, donde se aprecia con mayor claridad la simplificación y el despojamiento del modelo, la resolución a base de planos de la cabeza de este payés y la sintetización de sus rasgos ya como una máscara. Se puede afirmar que el viaje a Gósol es sumamente productivo. No obstante, en una carta a Apollinaire, fechada el 21 de junio, Picasso se queja del tiempo, del frío que hace y que cuando llueve se inunda todo y, de esta manera, también se queja de la comida: «Res de tomàquets, ni pebrots, ni olives, ni res del que s’assenyala com a molt espanyol… de fruites res de res».