Fotos, Aurelio
Noa en el estudio, pintando, algo que a mí me hace absolutamente feliz. La veo que disfruta tanto, que es como verme en un espejo, porque siento lo que ella siente y es como si una se viera desdoblada a pesar de la diferencia de edad tan enorme. Lo que ya me dejó perpleja es que, sin que yo le dijera nada, conectó su tablet y puso la quinta sinfonía de Beethoven. ¿Pueden los genes llegar a esos extremos? Siempre he pintado con música clásica y sobre todo con las sinfonías de ese genio maravilloso, pero ella no me ha visto así. Y me sigo preguntando, ¿pueden los genes llegar a esos extremos?, ese detalle que me fascinó y aún estoy en chok, pero más feliz que una perdiz… Mi niña crece y yo menguo de pura satisfacción y además por los años.
Dos gotas de agua no se parecen más. Intento ponerme en tu lugar en ese momento y veo que es imposible ni siquiera aproximarse a lo que debes sentir al verla (-te) ser feliz creando. Os quiero.
¡Y nosotras a ti, no sabes cuanto!!! Es verdad que me siento, al verla así, de una forma que es difícil de explicar; creo que aún no se ha inventado la palabra. Un besazo.
Los genes seguro que trascienden durante generaciones, aún cuando el ámbito social termina moldeándonos.
Qué placentero momento nos compartes, observando cómo Noa, puede seguir expresando el animismo del mundo a través del mismo arte que satisface tu Ser, y que además, exista tanta afinidad entre ambas.
Mis sinceros parabienes por esas huellas palpables que son la marca de la casa.