De pequeña, cuando vivíamos en Ciudadela, en la isla de Menorca, íbamos a bañarnos a una cala próxima donde, a veces, alguien conseguía coger alguna y las metía en un cubo; para los niños era todo un espectáculo salvo si te rozaba alguna, entonces llorabas a rabiar. Las hay tan bonitas que parece que no son de este mundo, parecen naves espaciales trasparentes y las hay tantas y tan variadas, que en sus movimientos propulsores imitan una danza que solo ellas conocen; si pudiera ponerles música les pondría algún vals de los Strauss por sus cadenciales movimientos.
They are stunning, hypnotic and beautiful!
Muy hermosas! La naturaleza siempre sorprendente… Un abrazo.