
Retratos de Góngora por Velázquez y Quevedo por Juan van der Hamen
Góngora me ha llevado hacia Quevedo, como no podía ser de otro modo. Cada uno de ellos representa lo contrario del otro; Góngora representa el culteranismo y Quevedo el conceptismo. El antagonista de Góngora fue Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645). El culteranismo pasaba por la vuelta a los clásicos, adornada la escritura con figuras retóricas como el hipérbaton y plagada de cultismos, al contrario que el conceptismo, que iba hacia el concepto, dotando a las palabras de diversos significados, y por tanto polisémico, al mismo tiempo que conciso,por lo que se podría resumir con el dicho: «Lo bueno si breve dos veces bueno»; y, resumiendo más: el conceptismo era lo orgánico mientras el culteranismo era lo espiritual. La disputa entre ambos ha traspasado los siglos. Góngora tachó a Quevedo de patán ignorante de los clásicos y catador de vinazo tabernario; por todas esas lindezas lo llamaba: Francisco de Quebebo. Quevedo por su parte llamaba a Góngora clérigo huraño y lo tachaba de jugador y de homosexual, pero sobre todo de judío; así, en su famoso soneto «A una nariz pegado», alude a su prominente nariz.