
«Naturaleza muerta con cántaro amarillo», c. 1905.
Hoy en día se puede considerar a esta artista como una de las precursoras del expresionismo. En el norte de Alemania, en el siglo pasado, surge un movimiento lírico que se acerca a la naturaleza como reacción al arte académico, en un estilo muy próximo al naturalismo. Es en estas condiciones donde surgirá después el expresionismo. Paula nace en Dresde en 1876, se casa con el entonces ya conocido artista de Worpswede, Otto Modersohn quien, junto con el poeta Rainer Maria Rilke, pronto reconocen su talento artístico. Gran admiradora de Gaugin y de los pintores autodidactas de Bretaña, su trabajo se va centrando cada ve más en la obra de Cézanne y, como consecuencia, en el estudio de las formas en planos y a remarcar los perfiles de forma expresa. Su paleta, no obstante, de colores suaves, comienzan no a describir sino a expresar. El primitivismo en el que se inspira lo encuentra en la colonia artística de Worpswede, cerca de su casa. Paula se forma en la Escuela de Pintura de Berlín de la Asociación de Artistas Berlineses y en París, donde acude a L’École des Beaux Arts, visitando museos y galerías de arte; conoce la obra de Rodin y la de los postimpresionistas nabis… Todo ello no solo contribuye a su formación sino que fue fuente de inspiración. Posteriormente su vida bucólica con Otto en la colonia artística, donde es reconocido su trabajo, le va a permitir dar el salto y avanzar dejando atrás los cuadros de género, adentrándose en el simbolismo; de ahí surge «La vieja campesina» de 1903, que es un cuadro atemporal donde se refleja el cansancio y la dureza del trabajo en el campo. Se produce la ruptura con Otto y Paula vuelve a París donde el apoyo y reconocimiento del escultor Hoetger la anima a seguir trabajando; en realidad Paula trabajó solo una década y su muerte prematura, tras dar a luz a su primer hijo, nos privó de ver su evolución, aunque ya presagiaba su inmersión en el expresionismo del que fue precursora, una adelantada en solitario. Tanto su vida como su obra están marcadas por su condición de mujer, algo que, aún hoy, es en muchos casos una losa.

«Otto durmiendo», 1906.