El taller de un artista es fiel reflejo de su manera de trabajar. Los hay que son un modelo de pulcritud, véase el de Renoir en la Costa Azul francesa, el de Matisse o Monet por ejemplo, y otros en donde reina el caos como los de Picasso, el de Giacometti y este de Calder; el de Francis Bacon era el no va más del desastre, parecía el de alguien que padeciese el síndrome de Diógenes. Este de Calder, lleno de cachivaches, es el summun del chamarilero. Una mirada más pausada y atenta nos puede dar otras pistas; lo que a simple vista parece un desbarajuste, guarda un orden caótico que solo el creador sabe desentrañar; por ello no hay que dejarse engañar: el más completo caos guarda tesoros que en un momento determinado hacen saltar la chispa que hace posible que un trozo de cuerda, un alambre retorcido, la huella o restos de un color, un trozo de madera se conviertan por arte de magia del artista en algo importante.
Como decía un colega mío, «lo que importa no es el orden, sino saber en cada momento dónde está lo que buscas»
Sí esa es la idea; lo que ocurre es que hay personas que necesitan ese desorden y otros que no pueden hacer nada si una pequeña cosa está fuera de sitio.
Y saberlo aun cuando te lo mueven. 😀
Inmensa imagen y texto, con las imágenes que hacen el texto.
Cierto… Jajaja.
La imagen es tremenda! Muchas gracias, Indiainiciando!
Out of chaos came order! But maybe it’s not chaos after all…….it’s just different. A special picture!
¡…O la paradoja del caos ordenado!
Muchas gracias, Ashley!
Un abrazo muy especial!