El río Segura, a su paso por el Balneario de Archena, corría manso entre los juncos que enmarcaban sus orillas. El sol comenzaba a declinar y había una luz extraña que envolvía los verdes en tonos ceniza, como si estos fueran el resultado, anticipado, de una combustión postrera al ocaso.
¡Bonita foto y qué comentario tan fascinante: tu siempre ves más allá de lo que cualquier observador superficial haría!
Me halagas y me mimas demasiado…!
Un beso.
Un momento único, que por azar presenciaste. Me recordó aquello de
Por abajo canta el río,
Volante de cielo y hojas.
¡Preciosa imagen, querida Elena! No conocía esos versos.
Un abrazo grande!
Y el ocaso se alegra de tu presencia junto al río.
Besetes, querida.
Y yo, querida María, de rincones así donde la naturaleza se viste de gala…
Un montón de ellos!
No sé que me gusta más ,si las fotos o tu comentario. En cualquier caso los dos evocan la compañía de unos buenos amigos y los buenos momentos compartidos. Besos
Gracias guapísima! Sobre todo los buenísimos amigos… que saben alegrar y «dar vida» a la naturaleza hecha amistad y sosiego. Haber si lo repetimos pronto!
Un beso con mucho cariño!