El MNAC de Barcelona está encaramado en Montjuïc; la vista desde el exterior de toda la ciudad a sus pies merece la visita, pero si además le entusiasma el románico y el gótico, el museo alberga tanta riqueza artística que no querrá salir de sus paredes hasta que haya absorbido toda la belleza que encierra, que no es poca. Se dice del Museo del Louvre que hace falta por lo menos un mes para poder verlo con tranquilidad y yo estoy de acuerdo; respecto al MNAC no sabría decir, pero les aseguro que merece días y días de paseo reposado. Hacer una pausa comiendo en la terraza mientras contemplamos la plaza de España, Las Arenas, y la Fuente Mágica a lo lejos es casi el lapsus que se necesita para volver a la realidad, para darnos cuenta de que no es un sueño.
¡Tengo que ir algún día!
¡No te lo pierdas, es una maravilla!
Un sitio para disfrutar a sorbos, como cualquiera de los grandes museos.
¡Y tanto! Lo mejor es que hay que volver una y otra vez…