Su nombre, Barbara Hepworth, está unido al de los grandes escultores de todos los tiempos. Nacida en Yorkshire, Inglaterra, en 1903, donde tuvo sus raíces, es no obstante el paisaje de Cornualles, donde se afincó y vivió hasta su muerte a la edad de 72 años, el que la ata a la naturaleza, al mar. Comenzó trabajando la madera, materia viva, pero a lo largo de su vida el metal, sobre todo a partir de los años 50 y después el bronce, de cuya fundición se encargaba personalmente, le proporcionaron el material que la artista necesitaba para modular la expansión de su obra; la Hepworth realizaba sus maquetas en madera, acariciando y como en comunión con la materia para transformar las formas orgánicas en sus obras inspiradas en la naturaleza que la belleza de Saint Ives les regalaba a ella y a su marido Ben Nicholson. Los monolitos diseminados por Cornualles es otro imán que los une a ese rincón de Inglaterra para siempre. Los dos creadores pertenecen al círculo de Braque, Mondrian, Brancusi, Henry Moore y Naum Gabo. Antes de afincarse definitivamente en Saint Ives, la escultora pasa largas temporadas en Florencia, Roma y Carrara, famosa por sus mármoles.
Su obra se encuentra en los más famosos museos del mundo como la Tate Gallery, la National Gallery of Modern Art de Edimburgo o la Art Gallery de Ontario entre otros. Murió en un incendio originado en su taller de Saint Ives, hoy bajo la tutela de la Tate Gallery de Londres.
Fantástica, soberbia la línea depurada de sus formas.
C’est pur et brut à la fois. Et ça donne le regret de ne pouvoir toucher, parce que là où il y a matière, on devrait pouvoir expérimenter aussi la forme, les yeux fermés, avec sa main. Comme toujours avec toi, un beau partage, merci !
Mille fois merci a toi, ma chère Phedrienne! Comme toujour t’as raison, il faut toucher, caresser, effeurer la matiére.
Inspiring… 🙂
¡Totalmente de acuerdo! Es una gran, gran artista.
Un fuerte abrazo!