En la Piazza della Signoria de Florencia, la escultura de Bandinelli acoge siempre a las palomas.
En la Loggia dei Lanzi, que toma su nombre de los lanceros, guardia personal de Cosme I, diseñada por Orcagna, «El rapto de las sabinas» de Giambologna de 1583 nos admira por los pliegues de la tela, por la admirable disposición de los volúmenes y «el barroquismo» de las formas.
¡Qué talento! Además, nadie puede posar en estas posturas largo rato: el artista tuvo que emplear su memoria y unos bocetos muy bien hechos…supongo.
¡Dar vida a un bloque de mármol o cualquier tipo de piedra es algo milagroso! Incómodo desde luego, aunque entonces se solía copiar del natural… pobretes!
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Muchas gracias !!!
De nada.
Todo por el arte.
¡Y tanto!