Los bulbos de iris que Isabel se trajo de la Provenza, que me ofreció como el mejor de los regalos, han vuelto a florecer para recordarme, primero, que la amistad es algo preciado; segundo, los mágicos días que pasamos recorriendo Arles, Roussillon, Saint Remy…; tercero, que brotaban en el camino que llevaba a la casa de Beckett; cuarto, la música que Paco nos ponía en el coche para endulzarnos los paisajes; quinto, que Van Gogh nos acompañaba en las viñas y en las lavandas aún ausentes… Y tantas cosas que abarca la amistad y la mirada alegre en el párpado amigo.

casi, hize el viaje contigo… ¡muy bonito!
un beso grande para tì 🙂
¡Mira que si nos hubiéramos conocido allí! La Provenza es muy bonita y las flores que han salido en el jardín no están mal ¿verdad?
Otro beso grande, Muriel.
¡Que flor más preciosa y fantástica foto, Aurelio! Me gustan mucho los iris. Cuando salía con la que hoy es mi mujer y le regalaba un ramo de flores, pedía que pusieran iris.
Una vez más, gracias, Joaquín. La foto solo pretende ser mi homenaje anual a Samuel Beckett por lo que sus obras me han enseñado y hecho sentir durante tantos y tantos años.
Provence is an amazing place visiting – love it – actually many years ago it was my passion of Vincent van Gogh which was the reason why my eyes was «kick up» these surroundings… 🙂 😉
Por mi parte yo veía a Van Gogh por todos sitios… fue genial. A todos los que amamos a Vincent «siempre nos quedará la Provenza»… Amplia sonrisa. Gracias mil. Ledrake.
Es cierto, la Provenza se viste de colores con los lirios…y más tarde con la lavanda. ¡Vengan a visitarla!
Tienes toda la razón, hay que ir a conocerla y después volver ¡es tan bonita!
Gracias por el comentario.