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Moreras teñidas de otoño

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Fotos: Bárbara

Este año, por fin, el Ayuntamiento nos ha dejado disfrutar a los vecinos el ver día a día como las moreras se vestían de amarillo a medida que avanzaba el otoño; otros años las podaban antes, cuando las hojas aún no había cambiado de color. Abrir la puerta de casa y ver como la nueva estación se instala despacito es todo un acontecimiento para alguien como yo que pinto la vida de colores o eso intento.

El silencio dolorido

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Lucia Carpi Cases, mi madre con 18 años

Mi admirado Albert Camus lo expresó así, cuando comienza «El extranjero», traducido también como «El extraño»: «Aujourd’hui, maman est mort. Ou peut-être hier. Je ne sais pas»…. Esta mañana, cuando me he despertado, he tenido que  preguntar cuándo ha sido, si el día treinta o el treinta y uno. Porque ha sucedido todo tan rápido desde la hospitalización,  han sido unos días tan frenéticos, tan raros que aún me cuesta hacerme a la idea.  El caso es que mamá ha muerto de forma inesperada. El personaje de Camus, ajeno a la vida corriente, pero incisivo, lo expresa como si fuera algo que sucede a su alrededor y que él viese desde fuera: «Pour le moment, c’est un peu comme si maman n’était pas morte. Après l’enterrement, au contraire, ce sera une affaire clasée et tout aura revêtu une allure plus officielle». Difícilmente se puede expresar mejor la sensación de verlo todo desde fuera como si todo eso de la muerte no fuese realmente con uno… porque uno no se hace a la idea, porque hay que seguir haciendo cosas que nada tienen que ver con el hecho de la desaparición para siempre de esa persona que es tu madre. Nosotros decimos que es como estar en una nube, flotando, que te llevan, pero que sabes que tendrás que aterrizar y que, pasados unos días, es cuando la ausencia será por fin presente. Y ahora es cuando estoy empezando a aterrizar…

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Lucía Carpi Cases, mi madre con 17 años

In memoriam

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Playa de Bolonia. Foto: Gero

La Estirga está triste, yo estoy desolada. Desde hace tiempo me faltan los irónicos y divertidos comentarios de la dulce Muriel, Candide, que estaba muy enferma, y ayer me llega la noticia de la muerte de Joaquín de Carpi, que con su generosidad me dejaba puntualmente sus comentarios en el blog. Durante meses he sentido su ausencia, que yo achacaba a su falta de tiempo por sus clases en la Universidad… nada sabía de su enfermedad, nunca se quejó ni me dejó ver que estaba muy enfermo. Este blog, como todos, lo hacen las personas que participan y nos acompañan en su andadura. La Estirga y yo estamos desconsolados. Quiero pensar que ahora estarán es esta playa, en este mar bañado por el sol, mirándonos y acompañándonos como siempre. Yo los llevaré en mi corazón, que hoy llora por su ausencia… Hasta siempre queridos amigos.

Notre-Dame y la Estirga

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Vista lateral de Notre-Dame desde el Sena. Foto: Bárbara

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La aguja de Violet le Duc, con los apóstoles y las quimeras. Foto; Bárbara

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La Estirga. Foto: Barbara

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Vista desde las Torres de la punta de la isla. Foto: Bárbara

Ayer muchos parisinos lloraron y los que lo somos de corazón también. Notre-Dame ardía y las imágenes que iban apareciendo ante nuestro ojos nos parecían una pesadilla. Mi querida  Estirga de piedra no podía reflejar lo que sentía entre las columnas de humo, pero sus lágrimas, como las del resto de las quimeras y gárgolas, caían sobre el fuego que, voraz, parecía que iba a destruir el templo más hermoso que hemos visitado tantas veces. Notre-Dame es más que un templo; representa la cultura de Occidente, el patrimonio de todos, el lugar donde creyentes y no creyentes elevan una oración y se inclinan ante la belleza y la armonía asentada en la isla de la Cité como un buque insignia. ¡Cuántas parejas abrazadas la han recorrido y, sentados con las manos entrelazadas, miraban los hermosos rosetones que filtraban la luz! La aguja de madera de Violet le Duc caía ardiendo, el plomo contribuyó también, y parte del techo de la bóveda. El pequeño campanario de madera parece ser que se ha salvado y que las campanas se mantienen es su lugar; si la mayor hubiera caído, el destrozo hubiera sido terrible. Las quimeras y las gárgolas encaramadas, desde las torres no daban crédito. Cuatrocientos bomberos lucharon hasta las cuatro de la mañana, Me dicen que solo uno de los «rosaces» permanece intacto; los otros han estallado por el calor. La doncella de Orleans estuvo allí y todos los reyes franceses han sido allí entronizados. Esta mañana, al ver que las torres permanecían en pie, me he sentido aliviada; la imagen de la Señora sigue, aunque haya que restaurar y curar todas sus heridas. Y el parvis ante la catedral seguirá acogiendo a los innumerables turistas que hacen cola para llegar a las torres y, tras armarse de valor, subir los cuatrocientos escalones… La vista merece la pena… El Sena se desliza arrullándonos como los gorriones que se esconden en el espesor de los setos, cuando comienza a llover con esa lluvia fina tan parisina.

 

¡La encontré!!! El Bateau-Lavoir

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Fotografía de la revista Life de la fachada del Bateau-Lavoir

Bueno, la encontró Aurelio y me la pasó. Hace algunos años estuve en Montmartre, como siempre que voy a París, y me senté en un banco de la Plaza frente a la fuentecilla, mientras miraba el solar donde pensaba que estuvo el famoso Bateau-Lavoir; así me lo había indicado una señora que tenía una pastelería en la esquina, justo en la calle que bajaba hacia la placita. Y ahora, por fin, lo veo tal como era cuando en la primera mitad del siglo pasado los que luego serían famosísimos pintores tenían sus estudios.¡El famoso Bateau-Lavoir!!! Los desconchones de la pared y la fachada, por sí solas, nos hablan de la pobreza del lugar y lo duros que debieron ser los comienzos para todos ellos, pero, por lo que sabemos de los lugares que frecuentaban, como Le Lapin Agile, la juventud y el entusiasmo reinaban en las noches locas y alegres del barrio. Barrio que, ahora se cotiza mucho y al que se han trasladados «bobos» (burgueses adinerados) a chalets preciosos que se han ido construyendo.

Nota

Estamos de enhorabuena, se ha inaugurado una exposición de Lita Cabellut en Zaragoza que estará  abierta hasta junio en el Museo de Goya. Todos los amantes de su obra pueden aprovechar la ocasión de admirar sus lienzos de gran formato.

¡¡¡Feliz Navidad a todos!!!

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Foto: Bárbara

A todos los amigos y seguidores de la Estirga de todas partes del mundo que me honran con su presencia y sus visitas, mis mejores deseos de paz y felicidad para estas fiestas, que este año que termina quiero vestirlas de rosa, para variar un poco, obviando un poco el rojo y verde que nos inunda por todos lados. Lo dicho: a pasarlo lo mejor posible, a disfrutar de la familia y los amigos y a los que prefieran alejarse del bullicio de estos días, un viaje no es una mala opción.

Rosas en diciembre

 

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Foto: Bárbara

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Foto: Bárbara

Paseando por Alcalá de Henares, ciudad universitaria a media hora de Madrid, cargada de historia y de lugares imprescindibles de visitar como la casa natal de Cervantes, me encuentro con estos bellos ejemplares de rosas en todo su esplendor, como si ellas estuvieran ajenas al frío y a la humedad tremenda por la proximidad del río Manzanares que se nos cala hasta los huesos; ellas, desafiando las bajas temperaturas, nos demuestran que también puede ser primavera en diciembre.

Moreras otoñales

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Foto : Bárbara

 

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Foto: Bárbara

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Foto: Bárbara

No es la primera vez que lo digo, el otoño es mi estación preferida, quizá porque de forma palpable se ve como el ciclo de la vida se pone otra vez en marcha, para en la primavera volver a contemplar cómo nacen los diminutos brotes y los ves crecer día a día. El otoño es como la vejez de la naturaleza que, al igual que en los humanos, pone arrugas de sabiduría en nosotros; yo aspiro a envejecer con la misma dignidad y belleza de las moreras que hay frente a mi casa. Un rostro surcado de arrugas puede ser tan bello o más que el cutis terso de un adolescente insulso, que los hay. El paso del tiempo no nos debe asustar, pues formamos parte de ese ciclo de vida que renueva nuestro mundo y ese mundo, hay que reconocerlo, es muy hermoso.