
Esta obra pertenece al periodo azul de Pablo Picasso; en ella se plasma el dolor por la muerte de su amigo Carles Casagemas. Y se evidencia, por la arquitectura del lienzo, por la serie de personajes dolientes y por la separación terrenal y celestial del cuadro, un guiño a la obra de el Greco «El entierro del señor de Orgaz», más conocida como «El entierro del conde de Orgaz». No es de extrañar, porque el pintor malagueño, durante su extensa vida pictórica, ha tenido un diálogo permanente con las obras de los grandes artistas de otras épocas. Tuve la suerte inmensa de asistir a la extraordinaria exposición que se celebró entre octubre 2008 y febrero de 2009 en París, en el Grand Palais, llamada «Picasso y los Maestros». De dicha exposición, por ejemplo, recuerdo el cuadro de el Greco «San Martín y el mendigo», de entre todos los que Picasso estudio y recreó de los «maestros». Volviendo al «Entierro de Casagemas», la parte superior de esta obra que correspondería a lo celestial, Picasso la cierra con grandes pinceladas blancas sobre el azul y puebla su particular paraíso con dos niñas, unos desnudos y hasta un caballo blanco con jinete y figura desnuda de espaldas como un guiño a Chagall. Es evidente que el significado trascendente de la obra del Greco, desaparece en la obra de Picasso; en este sentido nada que ver entre el cretense y el malagueño.

















