
Foto: Aurelio Serrano Ortiz
Preciosa y curiosa foto de una bola de cristal que desde hace unos días preside una mesa baja que tenemos delante de uno de los sofás del salón. Desde hacía años Aurelio tenía ganas de tener una, no por que jugara a ser pitoniso ni adivino, sino por el objeto en sí, que es realmente muy bonito. Fue una sorpresa, algo que no se podía ni remotamente imaginar, de modo que esta vez acertamos de pleno. La cara de sorpresa que puso fue todo un poema. Creo que es el regalo que más nos ha gustado hacer y el mejor recibido. Así da gusto; en el fondo todos llevamos dentro el niño que fuimos.
Es difícil decir algo cuando abres una caja y aparece, de pronto, algo que deseabas tener durante años y años. Y ahí sigue, recordándome a cada momento que, aun habiendo cumplido ya tres cuartos de siglo, os hace felices sorprenderme y ver que sonrío con esa «cara de sorpresa que fue todo un poema». Gracias, Bárbara, por recordarlo y gracias, Aurelio, por ayudarle a hacerlo realidad.
Esta vez hemos dado en la diana! Muchas veces se regalan cosas y tienes la duda si le gustará; en tu caso siempre terminamos por un buen libro porque eso para ti es el mejor de los regalos. Confucio ya lo dijo: para ser feliz solo hace falta tener la casa llena de flores y de libros. Pero sabía de las ganas que, desde siempre, tenías de tener una de esas bolas que son realmente bellas como una mandala gigante…