Judith Leyster

3

«Joven tocando la flauta», c. 1635. Óleo sobre lienzo. National Museum, Estocolmo.

2

«Un niño y una niña con un gato y una anguila». Óleo sobre tabla, 59 x 49. National Gallery, Londres

4

«Joven con jarra», 1633. Óleo sobre tabla, 31 x 21. Colección privada.

Nacida en Holanda (Haarlem, 1609) en el seno de una familia numerosa de comerciantes y productores de cerveza, destacó a edad muy temprana por sus dotes artísticas; de hecho es una de las pocas pintoras que con diecinueve años se ganaba la vida profesionalmente con la pintura, algo poco frecuente en el siglo XVII y como tal es mencionada en un libro del cronista oficial de Haarlem en 1628. No se sabe con certeza cuales fueron sus maestros ni que siquiera lo fuera Frans Hals del que, sin duda, tiene gran influencia, del mismo modo que de su hermano Dirck Hals; lo cierto es que de ser así debió de ser antes de 1629, que es cuando ella comienza a firmar y fechar sus obras y ya trabajaba como artista independiente. Sobre esas fechas más o menos la familia se traslada a Utrecht, donde probablemente recibió la influencia de Caravaggio. Todo lo anterior es para situar mejor la obra de esta artista independiente, de habilidad asombrosa para su juventud. Alrededor de 1633 Judith Leyster era ya miembro del gremio de pintores de Haarlem, siendo la primera mujer admitida como maestra. Durante los años siguientes alcanzó un gran éxito profesional. Su obra se centró sobre todo en obras de género, retratos y bodegones. Se casó con un pintor, alumno de Frans Hals, Jan Miense Milenaer, con menos talento que ella y que la fagocitó de alguna manera (el eterno problema), porque a partir de ahí, 1640, siguió pintando en colaboración con su marido, pero sin firmar las obras. ¡Qué mal llevan los maridos que sus mujeres sobresalgan y sean mejores que ellos!

La pareja simultaneaba su vida en Heemstede, cerca de Haarlem, y en Amsterdam, donde tenían otra casa. Tuvieron cinco hijos. Murió en 1660 y está enterrada en Heemstede. Con el tiempo su obra fue olvidada hasta que el Museo del Louvre, en 1893, descubrió una pintura con su firma, J L, sus iniciales, y una estrella de cinco puntas (siempre firmaba así) oculta bajo la firma falsa de Frans Hals. La historia está llena de esas manipulaciones, robos de autorías y el peor de los maltratos: silenciar el talento de las mujeres.

Su pincelada suelta, libre, espontánea, su composición y temas se asemejan a la pintura de los Hals, hecho que sin duda propició el robo y el expolio de su obra. En las escenas domésticas, la artista supo imprimir un estilo más personal que no aparecería en la pintura holandesa hasta mediados de siglo. En 1993  se restableció su merecido lugar en la historia del arte gracias a una retrospectiva que le dedicó el National Museum of Woman in the Arts de Washington.

 

 

 

 

11 pensamientos en “Judith Leyster

  1. Preciosas pinturas. ¡Qué pena que no se respete la fama merecida por un artista, ni siquiera por los más próximos

  2. Merci pour cette découverte ! Quelle force dans ses toiles, quelle finesse de perception des émotions et des expressions ! Lesquelles sont d’ailleurs intemporelles.
    C’est plein de vie et de puissance.

  3. Me ha impresionado gratamente todo lo que expones de Judith Lester.
    Es muy apropiado que aún tardiamente reciba todo el reconocimiento. Su talento natural debe continuar inmarcesible.
    Un enorme y afectuoso abrazo !

    • Un valor que va creciendo, un reconocimiento tardío que es muy justo. El tiempo a veces pone las cosas en su sitio. Me alegra que te haya gustado, mi admirado amigo.
      Un abrazo grande, grandísimo a través del mar!

  4. No la conocía. Gracias.
    «Qué mal llevan los maridos que sus mujeres sobresalgan y sean mejores que ellos»—>>>
    Qué mal llevaban los maridos que sus mujeres sobresalgan y sean mejores que ellos. Quiero creer.
    Alberto Mrteh (El zoco del escriba)

    • Siempre gracias a ti, apreciado Alberto por tus comentarios y por pasarte por aquí. Espero que así sea.No soy una feminista recalcitrante, aunque lo pueda parecer por ese comentario, pero son tantos los casos en los que la mujer intelectual o artista se ha visto «tapada» de alguna manera por su familia o por la sociedad que hay casos que resultan sangrantes e injustos en grado superlativo. En este caso concreto, Judith era una artista de primera fila y aún hoy una gran desconocida para los que amamos el arte; yo la descubrí hace poco.
      Un abrazo, estimado amigo.

      • No te preocupes. Es que estoy convencido de que instalarse en la queja no ayuda. Si das por hecho la evolución, el que sigue atrás da por hecho que tiene que cambiar. Solo digo.
        Es un placer leerte.

  5. Tienes toda la razón, la queja no ayuda, pero al menos pone las cosas en su sitio o aclara situaciones. Muchas gracias por ser como eres, tan positivo.
    Un abrazo grande, estimado, Alberto.

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