En la fachada principal de la catedral de Astorga, esta figura encaramada con cara de sorna, guasa y divertimento pasa a formar parte de mi colección de primas hermanas o tocayas de la Estirga de Notre Dame de París; todas se caracterizan por tener ese punto de estar de vuelta de todas las cosas terrenas y de ser muy buenas observadoras del discurrir en la calle; desde sus privilegiadas atalayas nos observan con displicencia y estoy segura de que con un tanto de benevolencia también, sabedoras de nuestra condición de humanos imperfectos que se afanan por perseguir quimeras. Toda vez que descubro una nueva, tras hacerle la consabida foto, la mando al Parvis de Notre Dame, sin número, dirigida a La Estirga, cosa que agradece sin género de duda. Esta, cuyo cuerpo está cubierto con espesos y bien definidos rizos, parece además emparentada con el género bovino, pero nada que ver con el caprino, pues no luce cuernos y su actitud no es nada belicosa, sino más bien jocosa y divertida… En fin no puedo disimular que, cada vez que descubro una nueva, es como encontrar un pariente lejano… de ella claro.
Catedral de Astorga. Fotos: Bárbara
Patas caninas y fauces herbívoras (sin colmillos para matar y desgarrar). Como abarcando las costumbres y saberes de especies tan distintas. Cuánta alegría hay por allí, para quien sabe verla.
No conocía Astorga y la verdad sea dicha es que me encantó Por suerte tenemos un país tan variado en cuanto a gentes, paisajes y costumbres que en cualquier rincón salta la sorpresa y la alegría. Muchas gracias, estimada Elena.
Un abrazo bien grande.
¡Qué sabios eran y qué sentido de la vida tenían esos constructores de catedrales!´
Magníficos, sin duda y nos han dejado algo increíblemente hermoso