Esta soberbia cabeza del caballo pertenece al “Retrato ecuestre de Isabel de Borbón”, esposa de Felipe IV, pintado por Velázquez (1634-1635). Los retratos ecuestres son retratos con empaque y monumentalidad; en los de Margarita de Austria y de Isabel de Borbón, grandes mantos y gualdrapas dejan ver solo la parte anterior de las cabalgaduras; en los de Felipe III y Felipe IV, en el del Conde-Duque de Olivares y también en el del Príncipe Baltasar Carlos los caballos parecen encabritados, en movimiento, robustos, incluso potentes, rechonchos, debido, según algunos, a la altura en la cual iban a ser colgados; los de las dos parejas reales flanqueaban las puertas del Salón de Reinos; el del Príncipe Baltasar Carlos lo pinto para El Gran Salón del Palacio del Retiro. Estos retratos ecuestres fueron ampliados con tiras laterales añadidos al lienzo original.
Pero lo que quiero destacar aquí es que esta maravillosa cabeza es totalmente velazqueña, donde se aprecia la pincelada suelta que resbala sobre la pintura, el realismo costumbrista de la escuela sevillana, la maestría del genio. Y la noble mirada del caballo… Bellísima estampa.
Et cet oeil à la fois profond et velouté, intense, très beau …merci pour cet éclairage 🙂
À toi aussi pour ton comentaire, ma chère Phédrienne! c’est regard puissant est presque humain….et peut-être plus intelligent… Hahaha!
Muchísimas gracias, Bárbara, por tu nueva lección de arte. Y por mostrarnos, como siempre, tu mirada perspicaz y apasionada hacia las pinturas
¡Gracias a ti siempre! Apasionada sí, perspicaz ya no sé; intento un acercamiento diferente, desde mi mirada…