Los “maestros” del Paleolítico usaban en su cocina pictórica el huevo y la sangre como aglutinantes y se ha visto que proteína de tan alta calidad les proporcionó una perdurabilidad de la que, en la actualidad, aún disfrutamos en lugares míticos como Lescaux, Altamira… Durante siglos se fue avanzando en la búsqueda de nuevos materiales que dieran respuesta a los nuevos retos; así, en los talleres renacentistas se tenían que moler los pigmentos para conseguir los colores (el azul, que se conseguía de la molienda de la piedra semipreciosa lapislázuli, era muy apreciado y caro); había que preparar las tablas de modo que el trabajo, anterior al hecho real de pintar, era ciertamente laborioso; después de las tablas preparadas se pasó al uso de los lienzos, siendo los más apreciados por su calidad los de lino. Luego vendrían las casas inglesas de pinturas de calidad que, ya de modo industrial, envasaban las pinturas en tubitos, que también eran caros; de ahí se pasó a los botes de pintura de litro de dudosa calidad, pero baratos.
A la generalidad de los pintores, experimentar en sus talleres es la parte más excitante y crea las expectativas necesarias para que el tiempo se detenga y brote el ansia alquímica de la creación. Antes, cuando se imprimaban las superficies, se hacía uno los colores (o lo hacía el aprendiz), el taller era una retorta y la obra final el oro alquímico. Ahora, se bate el bote, se abre, se remueve la pintura con la brocha y, pum, ya está. De todas formas la incorporación de clavos, maderas, trapos, escayola, excrementos y demás responde a esa necesitad del artista de sentirse alquimista. Experimentar. Crear de la nada y sentirse un demiurgo. Oh la la… Los momentos más increíbles los he pasado ensimismada durante toda la noche, trabajando hasta que la luz del día me decía que ya era hora de bajar de la nube.Y sin pecar de falsa modestia, era una nube alquímica.
Van Gogh buscaba cañas y plumas de ave para dibujar como Rembrandt. Y fue en la casa amarilla donde crecieron sus girasoles, como no podía ser menos; catorce cuadros alquímicos que ofreció a Gaugin como homenaje de admiración.
Klimt usaba papeles dorados y pan de oro en su periodo más alquímico.
Tàpies usó los polvos de mármol para hacer las superficies más hermosas.
Picasso hizo de la retorta su mejor arma, mezclando acuarelas con pastel, pastel con óleo…. no hubo experimento sin hallazgo glorioso.
Dalí hizo de las avispas el oro líquido de sus metáforas.
La “cocina” de los pintores es sumamente interesante; particularmente me apasiona y es un tema que da para mucho.
Reblogueó esto en nereartes.
Gracias por tu visita y reblogueo.
¿Excrementos? Oh, Dios mío……
¡Pues sí!El tema escatológico está presente en los surrealista como Duchamp, Dalí, Jarry,,, Pero el caso más conocido es el caso de Manzoni que enlató sus excrementos en noventa latas de metal y las vendió al precio de la cotización del oro en ese día, eso fue en mayo de 1961. Lo peor es que las compraron museos como el Centro Pompidou de París, La TATE de Londres, el MOMA de N.Y. y el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona. ¿Qué te parece? Todas numeradas y bajo el nombre de “Mierda de Artista”.
Estupenda foto, Aurelio: ¡qué luz natural más maravillosa tienes en la “cocina”, Bárbara, mi querida prima alquimista!
Me gustan un montón las fotos en blanco y negro, esta me encanta, ademas la luz desde arriba lo baña todo.¡Qué bonito piropo adjetivado!
Muchas gracias querido primo.
Muy interesante, Barbara.
Muchos saludos,
Hanna
Muchísimas gracias, Hanna, por tu visita y tu comentario.
Muchos saludos.
sigue acogedor!!!
un beso lleno de sol!!!
Celebro que te guste
Muchas gracias.
Otro tan soleado para ti!
Very very interesting post, Barbara… 🙂
Muchísimas gracias, Ledrake!!!