


No sé por qué, pero desde siempre, y más concretamente desde que me emancipé y tuve casa propia, siempre ha habido una monstera en mi casa y en las distintas casas que he tenido por diversas partes de la geografía española. Será porque me gustan sus enormes hojas agujereadas por donde mirar, a modo de antifaz, sin que te vean o por esa vocación de mirilla o de celosía andalusí que te transportan al otro lado del estrecho de Gibraltar; me apasiona por su evocación a esa cultura hermana, a esas tierras africanas tan cercanas… En fin, por imaginación que no quede.
Esta planta también la he tenido en el jardín de mi última casa y me gusta mucho, sobre todo viendo tus magníficas fotos. Además, es muy fácil de cuidar.
Tengo que decirte que desde que vi el pinsapo en tu blog, ahora me fijo en uno que hay cerca de la casa de mi hija a la que voy muy a menudo y me quedo observando lo bonito que es. Gracias por compartir, amiga. Un fuerte abrazo.
¡Nada como compartir la belleza de los pinsapos! Compartir, es de las cosas más bonitas que hay porque supone tener amigos con quien hacerlo y suele ser un viaje de ida y vuelta. ¡Un abrazo grande, fuerte, querida, Marylia!
Desde luego que es así, querida amiga. Compartir es muy bonito y gratificante. Un fuerte abrazo.
¡Otro abrazo!