
Gárgola de la catedral de León. Foto: Bárbara

Gárgolas de S. Marcos de León. Foto: Bárbara
Allí por donde voy me encuentro con primas o tocayas de La Estirga. La primera, con ojos de susto, estaba encaramada a la Catedral de León; la iluminación perfecta, no obstante, proyecta sombras que acentúan su aspecto de asombro, miedo o terror; ya sé que está indefensa y que lo más probable es que sea un alma de dios, un trozo de pan, por así decir, pero también sé que su función era la de asombrar a los ciudadanos del medievo y desde luego, viendo las maravillas hechas piedra que eran las catedrales, a las gentes sencillas, del vulgo les debía anonadar, empequeñecer y por qué no acongojar. Las dos gemelas de la foto siguiente con esos caños en la boca a modo de flautas que vi en el maravilloso Parador de S. Marcos, mueven más a la sonrisa que a otra cosa. Y, cuando me encuentro con quimeras o con gárgolas, les hago una foto y se la mando a La Estirga para que se dé cuenta de la familia tan extensa que tiene.
Una familia de aúpa. Gracias por descubrírnosla.
Un abrazo.
Y de mucho cuidado! Gracias a ti, querido amigo.
Un fuerte abrazo.
¿Para cuándo un Congreso Mundial de Gárgolas? 🙂
¡Eso digo yo! Besos.
Encantada que las fotografíes, no pueden faltar los detalles…
Un abrazo y gracias.
Y es que además están por todos sitios, solo hay que mirar…
Un abrazo bien grande.