Los sauces llorones del Sena

Sauce llorón a orillas del Sena. Foto: Bárbara.

¿Alguien sabe por qué al sauce llorón le cayó ese ladrillo? ¿Se merece, el pobre, este adjetivo? Por qué llorón y no grandón, vistosón, fatigón, huevón, cagón, mariposón, meón, orejón… Pongámonos como nos pongamos un sauce siempre será lo que es; lo que tienen los adjetivos es que califican, si no calificaran sería menos doloroso, y él gesticularía menos. ¿Han visto cómo se mueve en días de viento?; la cosa se puede suavizar dependiendo de quien sea el que califique y él se podría sentir reconfortado porque el sauce, por tener, tiene hasta empatia; supongamos que el que lo hizo por primera vez fuera un poeta lamentoso, relamido, alambrequinado, en trance de perderse en absurdas divagaciones góticas, porque vio a la Estirga sobrevolar los puentes convertida en ave nocturna. El poeta al final pudo llorar sobrecogido, al tiempo que le nacía un poema y se  interrogaba, respecto del sauce: «Un sauce grandón no tendría sentido, sería como decir un manzano grandón y un sauce vistosón, y uno fatigón tampoco, pero si le llamamos llorón resulta quizás cursi, pero tierno y hasta simpaticón…»

2 pensamientos en “Los sauces llorones del Sena

Replica a barbaragarciacarpi Cancelar la respuesta