«Pessigolles»

El barco correo entre las islas pasó de largo. Sentada en aquel bar del pequeño puerto de Ciutadella, lo vio; recortado sobre el negro, la popa era como una gaviota que dobló enseguida la costa y se perdió en la noche. Las notas de una habanera, desde dentro del local, le hizo sonreír; se imaginó a su padre que los domingos preparaba la paella y canturreaba: «Un señó demunt un ruc…» en un menorquín que desconocía y como su risa se mezclaba con las «pessigolles», las cosquillas, que intentaba hacerle mientras ella se escapaba riendo y el perro daba saltos alrededor del fuego, olisqueando el arroz que olía a gloria. Se pidió una «pallofa», olió el gin y mentalmente brindó por él. Miró hacia el puente que llevaba a su infancia, al carrer de santa Bárbara, a un tiempo feliz desaparecido como aquel barco en la noche. Seguían las habaneras y las flores blancas de las alcaparras perfumaban su recuerdo en aquel bar del pequeño puerto de Ciutadella.

6 pensamientos en “«Pessigolles»

    • Todo es real en ese relato corto, el puerto, el puente, la calle donde vivimos en Ciutadella de Menorca, las habaneras cantadas en menorquín y las flores de las alcaparras… Muchas gracias, querida Azurea. Un abrazo grande!

    • Tuve una infancia muy feliz en Ciutadella y otros años felices en Mahón. Menorca es mi paraíso y todo es cierto y tan real que duele porque lo perdí demasiado pronto. Un gran abrazo, querida amiga.

  1. Qué hermoso viaje, Bárbara, entre la nostalgia y la esencia de Menorca.
    Conozco bien ese puerto de Ciutadella, su atmósfera mágica, el aroma a gin y mar, las flores de alcaparra en los muros. Tu relato captura la isla en su alma más pura, con la melancolía de quien la lleva siempre dentro.
    Un fuerte abrazo 🌷

    • Tu comentario me ha llegado al alma. Gracias, gracias. Creo que una es de donde se abre a la vida y por ello a Menorca la llevo siempre en mi corazón. Fueron unos años muy felices y siempre que puedo vuelvo aunque no tanto como quisiera. ¡Un abrazo enorme!

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