Cuando Vincent van Gogh llega a la Provenza en el invierno de 1888 nevaba; por ello sus primeros cuadros son paisajes donde domina el blanco, espacios nevados de gran serenidad y sobria belleza. Con la llegada de la primavera, descubre la luz del sur y su paleta cambia para pasar a captar la del Mediterráneo. La belleza de los nuevos colores impregnará sus telas y como un «runner» decide recorrer a pie toda la Provenza, visitar los pequeños pueblos costeros, cargando con sus lienzos, conviviendo con los pescadores, pintando todo lo que ve; sintiendo el mar y las olas que rompen en primer plano como en esa marina firmada solo con su nombre. En la segunda obra, con las canoas y el pescador que, pacientemente, espera que piquen los peces en medio de las aguas tranquilas de un río, ¿quizás el pequeño Ródano?; en sus riveras estalla la naturaleza que le rodea, que en la Provenza lo mismo cubre los campos de girasoles como los de lavandas, llenando de amarillos y lilas la paleta de Vincent van Gogh.
Titulo de la marina: «Paisaje marino en Saintes Maries». Del segundo lo desconozco.
Qué maravilla.
Preciosos de verdad. Un abrazo, querida Azurea.
El color, la luz, el tiempo que destella en una mente distinta.
Sí, una mente distinta, lúcida y por ello atormentada, pero con un amor desmesurado por la naturaleza a la que reverencia. Muchas gracias, Guillegalo.
Belleza en estado puro los cuadros de este gran artista. Gracias, querida Bárbara, por compartir. Un abrazo.
¡Totalmente! Y cuanto nos emociona… Muchas gracias a ti, querida Marylia. Un fuerte abrazo.