De cerca se ven mejor.

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Ahora, los limones de cerca se ven mejor; todavía son pequeños, pero se diría que crecen día a día y esa celeridad me asombra y me alegra la mañana. Pensé, dentro de mi ignorancia, que serían, desde el principio, como botones pequeñitos amarillos, pero no imaginé que tendrían ese color morado. Y es curioso porque, mi asombro, es nuevo y eso que me crie en Santa Bárbara en un jardín lleno de árboles frutales, de ciruelos, de manzanos; en un jardín que se abría el puerto de Ciutadella… Y sin embargo ahora, es como si hubiese sido una niña de ciudad. Dicen que la memoria es selectiva, pues debe ser eso o que en aquel jardín no habría limoneros… porque recuerdo muy bien aquel estanque y los patos y aquella buganvilla y aquel banco de azulejos… Menorca en el corazón.

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