
Mirador del que fuera castillo de los templarios en Ponferrada.


Mirador en el interior del Palacio Episcopal de Astorga (Gaudí)
Siempre nos ha gustado observar desde el interior a los que pasan por la calle. En el medievo se fisgoneaba, como se puede comprobar en la primera foto, desde ese mirador con sus respectivos bancos de piedra. Hoy en las plazas más concurridas las terrazas cumplen ese antiguo objetivo: ver pasar a la gente y cotillear. Hace unos años en Palma se iba a la Plaza Gomila, donde los famosos y los más guapos se dejaban ver. Los balcones acristalados, «boinders» en Menorca, permitían, en invierno, seguir cumpliendo con ese pasatiempo tan generalizado. En algunas películas ese «deporte nacional» se veía muy bien reflejado. Y en los pueblos las gentes paseaban calle Mayor arriba calle Mayor abajo para ver y ser vistos con sus mejores galas. Las celosías árabes cumplen con ese doble objetivo de ver sin ser vistos. Los más famosos, sin embargo, hoy, se protegen de las miradas de los demás y cuidan de su privacidad como nunca. Lo cual me parece de lo más lógico y lo más sensato, dado que cierta prensa hacen lo que sea para invadir la vida de los demás.
Astorga. Para no perdérsela. Me pareció preciosa.
Sin duda lo es. También me gustó mucho. Un abrazo, guapísima!