La mordaza franquista.

Esta es la historia de una niña que, nacida en Cartagena, en el seno de una familia castellano parlante vivió sus primeros años en Ceuta, Barcelona y Palma de Mallorca. Una niña feliz que un día, por el trabajo de su padre, se encontró viviendo en una isla mágica y fue en ella donde despertó a la vida. Con seis años su mundo era un jardín asomado al puerto de Ciutadella de Menorca; sus amigos primeros fueron los patos que se bañaban en el estanque, los caracoles que tras la lluvia marcaban el paso lento sobre las verduras del huerto de Marieta, sobre sus horas también porque, entonces, el tiempo se estiraba, se estiraba. Después, en el colegio, al poco, hablaba el menorquín como una isleña; sus padres se maravillaban de las palabras que la niña les enseñaba como un tesoro. Los sábados por las mañanas su padre la llevaba a las sesiones de cine para niños y cuando llegaba a casa le contaba, en menorquín, a su madre, la película que había visto. La niña era ya bilingüe. Y lo fue para siempre, solo que, cuando por el trabajo del padre, tuvieron que abandonar la isla, aquella niña solo pudo soñar en su otro idioma porque, en el resto del país, fuera de los países catalanes, no se podía oír el catalán ni sus dialectos. Aquellas palabras del dialecto menorquín, sin embargo en su corazón, eran tan suyas como las otras. Pasaron los años y aquella niña que ya era una mujer pasó unas vacaciones en Ibiza y allí, tumbada en la arena, de pronto, oyó a unos niños que hablaban la lengua de sus sueños y se estremeció de felicidad. Fue un regalo inesperado que le confirmó la fuerza de las palabras, el intento vano de las dictaduras, que la lengua materna se lleva en la sangre para siempre. Que nadie puede borrar cómo se nombran las palabras que nacen del corazón. Que ahora se puedan expresar las ideas en las lenguas cooficiales en el Congreso de los Diputados me parece, le parece a esa niña que era yo, que ya iba siendo hora.

9 pensamientos en “La mordaza franquista.

    • Muchas gracias! Llevo muchos años peleándome con gente que aún hoy no entienden lo que significa perder tus raíces, que tu patria es tu lengua…agradezco mucho tu comentario. Un fuerte abrazo.

      • Lo has explicado divinamente. No sabes el gozo que me producen, como catalán, tus comentarios en la bella lengua de Castilla. Muchas gracias!

      • Hay personas que, se dicen cultas, que me han llegado a decir que aprender el catalán no sirve para mucho, que es mejor aprender el inglés, gente que confunden la velocidad con el tocino, qué tendrá que ver una cosa con la otra… Personalmente me siento afortunada de poder leer en catalán a Espriu o a Mercè Rodoreda, por poner solo un ejemplo. Ojalá que algún día los castellanos parlantes hablen con la misma generosidad que tú de la bella lengua catalana. Una abraçada amic meu!

  1. Tú ya lo sabes, Bárbara, porque me lo has oído decir muchas veces, pero como pienso que hay mucha gente que no, quiero apoyar aquí tus palabras con dos simples ejemplos, pero muy elocuentes.
    Cuando terminé mi licenciatura en Filología Románica en la Universidad de Murcia, resulta que había estudiado tres años de francés, dos de italiano, uno de rumano… ¿¿y un trimestre de catalán!! Increíble.
    En el último Instituto en el que di clases, había nada más entrar un gran mapa de la Unión Europea, en el que aparecían, por ejemplo, Bélgica con sus dos nombres oficiales en francés y neerlandés o Suiza con los suyos en francés, italiano y alemán… ¡y España con el suyo solo en castellano (que no español; españoles hay cuatro: català, galego y euskera)! Increíble también.
    Las raíces del franquismo aún quedan después de tantos años como hace que murió el dictador.

  2. Es increíble, pero cierto. A ver si, de una vez, vamos apreciando la riqueza cultural de este país nuestro. Viajar por nuestra hermosa geografía ayudaría mucho; recuerdo de cuando vivimos en el país vasco, a la gente maravillosa que allí conocimos, que nos aportó tanto y tan diferente de lo que ya conocíamos que fue una experiencia fantástica e inolvidable. Y lo que nos queda todavía… Muchas gracias por tu testimonio que es un fiel reflejo de todo lo que aún nos falta como país por avanzar. Un beso grande, grande.

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