Me he preguntado recientemente si «El Perseguidor», que es una novela corta, pero redonda, inmensa, se puede considerar la precursora de su genial «Rayuela». Por más cortazariana que sea, no soy crítica literaria ni experta de nada salvo en atesorar recuerdos y amigos (que no es cosa baladí, porque hay días…)
Descubrí esta obra hace poco y en ella estaban todos los elementos que hicieron de Cortázar el escritor más genial, original e inteligente del siglo XX. En ambas se disfruta de la bastísima erudición de un políglota que paladea las palabras, las moldea, las esculpe a su antojo sacando de ellas destellos electrizantes que nos golpean sacudiéndonos de la monotonía de tanto best seller. En «El Perseguidor» se respira la atmósfera del barrio latino donde Johnny Carter (Charlie Parker), trompetista, y sus amigos aspiran la vida como una droga. La escritura cubista de Cortázar que avanza en distintas direcciones, profundizando en cada ángulo, en cada resquicio como un demiurgo que barajara todos los tiempos es él mismo «ser» cubista o tridimensional o polidimensional…; así somos, solo que no lo sabíamos con tanta certeza. Johnny Carter vive en el cuarto piso de un hotelito de la rue Lagrange… Curiosidades de la vida, en el 72 viví en el «Foyer Notre Dame», sito en el 5 de la misma calle, que ya no existe, que después ha sido librería de viejo y en el último año una tienda hindú. He pensado muchas veces dónde estaría ese hotelito, pero lo mismo da, la calle sigue allí con su jardín ahora llamado Square René Viviani y la pequeña iglesia donde programan conciertos en honor de María Callas…
